Lima, 12-02-2012 / Año 108 - Nº 5601

VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
El pueblo de Israel siempre consideró la lepra como consecuencia del pecado, por eso eran "muertos en vida", excluidos de la comunidad. Jesús y el leproso "se arriesgan". El leproso quiere curarse y se acercó a Jesús para pedirle ayuda. Jesús supera todo prejuicio: se conmovió, extendió la mano, lo tocó y lo curó. ¡Señor Jesús, tócanos, sánanos y sálvanos!
PRIMERA LECTURA: Lv 13, 1-2.44-46
Se nos invita a descubrir lo terrible que era la enfermedad de la lepra en la antigüedad, pues implicaba marginación de la comunidad de vida.
"El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro, porque tiene lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: ¡Impuro, impuro! Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento»".
SALMO 31
Respondemos: "Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación"
SEGUNDA LECTURA: 1Cor 10, 31-11, 1
Pablo nos exhorta a tener una vida llena de sentido por la fe en Cristo el Señor, la cual está abierta a todos los hombres, proclamando con nuestro vivir a Jesús.
"Hermanos: cuando ustedes coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios. No den motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios. Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Sigan ustedes mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo".
ALELUYA
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo
EVANGELIO: Mc 1, 40-45
Jesús está curando a un leproso de su terrible enfermedad. En su gesto percibimos la compasión del Maestro, que nos sana de cuerpo y de alma.
"En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Jesús sintió compasión, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés». Pero él salió y se puso a pregonarlo y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba afuera, en descampado; y aún así, acudían a él de todas partes".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 3, 13: "Aunque su inteligencia [de tu padre] se debilite, se comprensible con él; no lo avergüences mientras viva"

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