Fundado: 24-04-1904 Lima, 25-03-2012 / Año 108 - Nº 5607 - 4000 ejemplares

¡ESTOY PARA QUE ME SIRVAN!
Este deseo innato de competencia, de confrontación, de lucha, de guerra de los unos contra los otros, nunca ha cambiado en el mundo. Han variado las formas; pero la esencia es la misma. Quiero ser superior a mi prójimo, quiero estar encima de él. Y esto, desde Caín. Con el progreso de la humanidad, se han ido refinando los medios para vencer a los otros y que nos sirvan, hasta llegar a lo impensable: las armas atómicas, las químicas, la "guerra de las galaxias". Y ¿porqué la humanidad no tomó el camino inverso, el de buscar los medios mejores para la convivencia, para la fraternidad universal, para hacer de este mundo una FAMILIA?
La causa: ese primer desequilibrio ocasionado por el pecado original, San Pablo lo señala muy bien: "¿Por qué acabo haciendo el mal que no quiero y no haciendo el bien que quiero? ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?". Y el "criollismo" de siempre, ¿no es también una señal patente? El criollo, el vivo nunca quiere perder, siempre quiere ganar, quiere someter al otro, lo considera un tonto. Basta un ejemplo: el caos del tránsito vehicular es ocasionado por NOSOTROS MISMOS. Queremos ganar siempre pisoteando las leyes del tránsito. ¿Qué cuesta perder medio segundo para ceder el paso? ¿Es posible que nosotros siempre estemos apurados y los otros no? ¡Qué difícil es servir al otro! Y nos olvidamos que en el servir está la grandeza de la dignidad humana. Esta verdad la vemos sensiblemente en la conducta de nuestros padres, especialmente en el de nuestras madres. La base de la máxima autoridad en la familia y en la futura sociedad está en nuestros padres. Sin embargo, ellos son los auténticos servidores. En esa medida, serán los verdaderos educadores de sus hijos, para que también sean verdaderos servidores de sus hermanos en la sociedad. Los gobiernos autoritarios, autócratas, dictatoriales NO HAN ENTENDIDO ni el "ABC" de la vida humana. ¿La razón de base? EL AUTENTICO AMOR. Por eso, en el Evangelio, cuando Jesús nos está pidiendo que le sirvamos, lo hace no para esclavizarnos, sino que lo hagamos como hijos, entrenándonos a ser también nosotros, SERVIDORES DE LOS DEMAS, PUES YA LO VEMOS REALIZADO EN NUESTROS PADRES. Por tanto, CRISTO NO NOS ESTA PIDIENDO NADA EXTRAORDINARIO. Sólo así, nuestro mundo será un anticipo de la familia celestial.

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