Lima, 25-03-2012 / Año 108 - Nº 5607

DOMINGO V CUARESMA
Nadie sufre por sufrir. Tampoco lo hizo Jesús. No afronta la prueba decisiva como un "héroe de película", sino como el Hijo obediente, humano como nosotros. Se entregó a la muerte por amor al mundo, para glorificar el nombre de Dios, y nos invita a seguirlo, a imitar su amor, a esforzarnos para que nuestra vida sea fecunda en el amor.
PRIMERA LECTURA: Jr 31, 31-34
Jeremías ve la historia de su pueblo como tiempo de renovación, aun en medio de un desastre nacional y religioso. Sin embargo, Dios sigue apostando por él y lo invita a conocerlo más.
"Miren ustedes que llegan días, Oráculo del Señor, en que haré con la descendencia de Israel y de Judá una Alianza Nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor, Oráculo del Señor. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días, Oráculo del Señor: Pondré mi ley dentro de ellos, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor". Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande, Oráculo del Señor, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados"
SALMO 50
Respondemos: "Oh Dios, crea en mí un corazón puro"
SEGUNDA LECTURA: Hb 5, 7-9
La carta de los Hebreos resalta la obediencia de Cristo ante la voluntad del Padre, aun deseando salvar su propia vida, da espacio a una respuesta de amor.

"Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación se ha convertido, para todos los que le obedecen, en autor de salvación eterna".
ANTES DEL EVANGELIO:
"El que quiere servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí también estará mi servidor"
EVANGELIO: Jn 12, 20-33
El Evangelio nos sumerge en el corazón de Cristo, que ofrece al padre y a nosotros su vida y su cuerpo, como una ofrenda de amor que será perfecta en la Cruz, y de donde se difundirá al mundo entero.
"En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús". Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Les aseguro que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se desperdicia a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga; y donde esté yo, allí también estará mi servidor. A quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿Qué diré?: "Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre glorifica tu nombre". Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo". La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí". Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 3, 19: "Porque grande es la misericordia de Dios, y Él revela a los humildes sus secretos"

No hay comentarios: