¡NO HAY PEOR SORDO QUE EL QUE NO QUIERA ESCUCHAR; NI MUDO, QUE NO QUIERA HABLAR!
Frecuentemente nos topamos con personas que no quieren escuchar, especialmente cuando se les corrige de sus defectos. Prefieren permanecer en su error. O, cuando se los quiere orientar para dejar una vida desordenada. O, cuando escuchando, no se comprometen a defender las justicia, el derecho, la verdad, lo honesto. Prefieren vivir sin problemas. Otros se van al otro extremo: oyen demasiado, especialmente lo negativo, para difundirlo en los llamados chismes, bolas, dimes o diretes. Ambos son repudiables, pues, atentan CONTRA LA VERDAD.
Paralelamente encontramos personas que callan, o por soberbia, o por miedo al "qué dirán". Prefieren guardar silencio, aunque vean "que el mundo se viene abajo". Unas veces, cuando al hablar no se les da la razón, entonces prefieren callar, permaneciendo aferrados a sus ideas. Otros no quieren comprometerse, aunque esté de por medio la verdad. Permanecen neutrales, olvidando lo del dicho popular "quién calla otorga", no queriendo involucrarse. Al respecto nos dice Jesús: "Quién no está conmigo, está contra mí; quién no recoge conmigo, desparrama". Ante la Verdad (Dios), no hay NEUTRALES. "O con Cristo, o contra Cristo".
Los sentidos del oído y de la lengua son los medios preciadísimos de la comunicación de nuestro mundo interior con los demás. ¡Qué terrible el nacer sordomudos! Creo que es peor sordera y mudez, el hacerlo voluntariamente. Hoy Jesús en su Evangelio, devuelve milagrosamente estos valiosísimos sentidos para confirmar su divinidad y su misión de ser el Redentor del mundo. Pidámosle que sepamos emplear nuestros oídos para escuchar siempre la Verdad y seamos sordos a la Mentira. Y que hablemos defendiendo siempre la Justicia y la misericordia, el derecho y la lealtad, difundiendo siempre la Verdad. Y que seamos mudos ante los chismes, los falsos testimonios y las calumnias.
¡REFLEXIÓNALO, HERMANO!
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