La bienaventuranza de Jesús dice que la paz es un don mesiánico y una obra humana. La paz presupone un
humanismo abierto a la trascendencia. Es fruto del don recíproco, de un
enriquecimiento mutuo, gracias al don que brota de Dios, y que permite vivir
con los demás y para los demás. La ética
de la paz es ética de la comunión y de la participación. Es indispensable
que las diferentes culturas actuales superen antropologías y éticas basadas en
presupuestos teórico-prácticos puramente subjetivistas y pragmáticos, en virtud
de los cuales las relaciones de
convivencia se inspiran en criterios de poder o de beneficio; los medios se convierten en fines y
viceversa; la cultura y la educación
se centran únicamente en los instrumentos, en la tecnología y la eficiencia.
Una condición previa para la paz es el desmantelamiento de
la dictadura del relativismo moral y del presupuesto de una moral totalmente
autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley
moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre. La paz es la construcción de la convivencia
en términos racionales y morales, apoyándose sobre un fundamento cuya
medida no la crea el hombre, sino Dios: «El Señor da fuerza a su pueblo, el
Señor bendice a su pueblo con la paz», dice el Salmo 29 (v.11).
Dos amigos mueren y los entierran uno al lado del otro.
Una noche salen de los sepulcros a pasear.
Uno lleva su LÁPIDA y le dice al amigo:
- ¡POR SI NOS PIDEN
DOCUMENTOS!
Ja, ja,
ja...
EL CREDO
PRIMERA
CATEQUESIS DEL PAPA
Vaticano,
23 enero - ACI
2.
¿Dónde podemos escuchar a Dios que nos habla? Es fundamental la Sagrada Escritura ,
en la que, la Palabra
de Dios se hace audible y nutre nuestra vida de "amigos" de Dios. Toda la Biblia narra la revelación de Dios a la humanidad,
de la fe y nos enseña la fe, narrando una historia en la que Dios lleva a cabo
su plan de redención y se acerca a los hombres, a través de figuras luminosas
de personas que creen en Él y confían en Él, hasta la plenitud de la Revelación en el Señor
Jesús. La Carta a
los Hebreos hace relucir las grandes figuras bíblicas que han vivido la fe,
llegando a ser modelo para todos los creyentes: "Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la
plena certeza de las realidades que no se ven" (11,1). Los ojos de la
fe son capaces de ver lo invisible y el corazón del creyente puede esperar más
allá de toda esperanza, al igual que
Abraham, del que Pablo dice en la
Carta a los Romanos: "creyó,
esperando contra toda esperanza" (4,18). Y precisamente sobre Abraham,
me gustaría que detengamos nuestra atención, porque él es la primera gran
figura de referencia para hablar de la fe en Dios: el gran patriarca Abraham,
modelo ejemplar, padre de todos los creyentes (Rm 4,11-12).
PILDORITA
SALUDABLE
Ecl 5, 5:
"No confíes en su perdón para seguir pecando más y más"
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