DIOS ME CASTIGA, PORQUE TODO ME SALE MAL
Muchas personas se lamentan, y con, creciente
desesperación, diciendo que "TODO
LES SALE MAL", porque Dios los castiga.
La
causa:
la cantidad de pecados que han cometido. No hay peor equivocación que esa.
Lamentablemente muchas persona piensan así, cargando una culpa que no existe.
Cuando uno, arrepentido de veras, y con el auténtico deseo de cambiar de vida
reparando el mal cometido, confiesa con humildad y sinceridad sus culpas, QUEDA ABSUELTO DE SUS PECADOS, POR MUY
GRANDES QUE HAYAN SIDO. Queda solamente, REPARAR LO MALO HECHO. ¡Cuando Dios perdona, PERDONA! No es rencoroso como nosotros que no perdonamos
fácilmente. Por eso, se ha hecho común el dicho: "YO PERDONO, PERO NO OLVIDO". ¡Qué "majadería"!
Dios, siendo Dios, perdona, y nosotros ¿NO?
¿Acaso somos más que Dios?
Por tanto, no pongamos como la causa de
nuestros fracasos a Dios, como que nos sigue castigando por los pecados
cometidos. Así como los únicos responsables de lo bueno y de lo malo que
hacemos somos nosotros; así, lo somos de nuestros fracasos. Lo importante es
que, liberados de este complejo de culpabilidad, nos esforcemos por superarnos,
empleando las mejores estrategias, sin dejarnos abatir por el pesimismo o por
el complejo de persecución...
Hoy, Jesús nos lo dice en el Evangelio: Ni
los galileos, condenados a muerte por Pilatos, ni los aplastados por la torre
de Siloé, lo fueron por ser más pecadores que los otros, ni por sus pecados
pasados... Fueron las circunstancias (que en un alto porcentaje las ponemos
nosotros en el ejercicio de nuestra libertad).
Lo importante es que: habiendo tomado
conciencia de nuestros pecados, NOS
CONVIRTAMOS VERDADERAMENTE; DE LO CONTRARIO, "PERECEREMOS TODOS DEL MISMO MODO", ETERNAMENTE... Y LO
HABREMOS PERDIDO TODO.
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