Desde que el hombre es hombre, siempre ha
tenido un recóndito deseo de ser SUPERIOR, de superarse a sí mismo rompiendo
las leyes del tiempo y del espacio. Antiguamente,
empezó mimetizándose con los animales anhelando su fuerza, su capacidad de
volar, su furia, su velocidad: ser como el TORO, EL ÁGUILA, EL CÓNDOR, EL LEÓN,
EL PUMA, EL CABALLO ALADO (Pegaso), etc. Más
tarde buscó ser poderoso como EL RAYO, resplandeciente como LAS ESTRELLAS,
como EL SOL, llevando sus insignias en las coronas de los reyes, etc. Más adelante, ser un superhombre: UN
TARZÁN, FANTOMAS, SUPERMAN, BATMAN, IRON MAN, SPIDERMAN, CAPITAN AMÉRICA, etc.
Como nos encantan nuestros héroes de las películas. Nada digamos de los SUPER,
SUPER, en los Comics que enloquecen a nuestros chicos. Todo esto, nos agrada
porque nos identificamos con ellos, llenando así esa ansia de SUPERIORIDAD que
llevamos dentro. La realidad es que hemos sido creados por ese ser SUPERIOR, a quien llamamos Dios. Somos
su imágen y semejanza y tendemos, por naturaleza, diría yo, a querer ser como Él.
Hoy, Jesús nos da la
respuesta con EL ACONTECIMIENTO DE SU
TRANSIFIGURACIÓN. Les muestra a sus apóstoles Pedro, Santiago y Juan lo que
Él es en realidad: EL HIJO DE DIOS, DIOS
DE DIOS, LUZ DE LUZ, ENGENDRADO, NO CREADO Y DE LA MISMA NATURALEZA
DEL PADRE. Quiso fortalecer la fe de sus Apóstoles para que asumieran el
misterio de su Redención: su Pasión, su Muerte y su Resurrección... Él nos hace
ver que, REDIMIDOS POR ÉL, nos
convertimos en Hijos adoptivos de
Dios (Mt 5,48; 6,4; Mt 6,7-14), Hermanos
de Jesucristo (Mt 12,46-50), Inhabitados
por la Trinidad
(Jn 14,23-24); por tanto, Herederos del Cielo
(Jn 3,15-16; 3,36; Jn 6,47; 10,28) y Herederos
de la Iglesia ,
en este mundo (Jn 10,1-18; 13,34-35; 15,1-27; 17,1-26). Aquello que tanto hemos
anhelado, que anhelamos en el presente y que seguiremos anhelando en el futuro,
SE REALIZARÁ ÚNICAMENTE EN JESUCRISTO. ¿LO
PENSASTE ALGUNA VEZ?
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