Lima, 24-02-2013 / Año 108 - Nº 5655



II DOMINGO DE CUARESMA
La fe es fiarse: creer, esperar y amar a Alguien que da criterios de credibilidad: Abraham creyó en el Señor. No es fácil creer. En nuestra mente se alternan creencia y duda, esperanza y desesperanza, amor y egoísmo. ¿Qué hacer? Creer en Jesús porque nos da esos criterios seguros de credibilidad. "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6).
PRIMERA LECTURA: Gn 15, 5-12.17-18
El Génesis nos muestra la vocación de Abraham, padre en la fe de todos los creyentes en el Dios vivo y verdadero. Es el modelo de creyente.
"En aquellos días, Dios sacó afuera a Abraham y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abraham creyó al Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta. El señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra». Él replicó: «Señor Dios ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Abraham los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó a las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abraham los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abraham, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los animales descuartizados. Aquel día el Señor hizo una alianza con Abraham en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates»".
SEGUNDA LECTURA: Flp 3, 17-4, 1
Se nos dice que la naturaleza humana tiende a la eternidad con Cristo. Él la transformará a su imagen.
"Sean todos ustedes imitadores míos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque, como les decía muchas veces y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo: su fin es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, lo vergonzoso. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio. Así, pues, hermanos míos muy queridos y añorados, mi alegría y mi corona, perseveren firmemente en el Señor".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 5, 7: "No tardes en volverte a él; no lo dejes siempre para el día siguiente. Porque, cuando menos lo pienses, el Señor se enojará y perecerás el día del castigo"

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