Nos relata la experiencia de la Transfiguración
que los apóstoles tuvieron con Cristo, profecía y anuncio pascual, que todos
experimentaremos.
"En aquel tiempo, Jesús tomó a Pedro, a
Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y mientras oraba,
el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blanco. De repente,
dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías que, apareciendo revestidos
de gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus
compañeros se caían de sueño; pero permanecieron despiertos y vieron la gloria de
Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo
Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Haremos tres carpas: una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba
hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la
nube. Una voz desde la nube decía: «Éste
es mi Hijo, mí elegido; escúchenlo». Cuando se oyó la voz, se encontró
Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie
nada de lo que habían visto".
PREGUNTAS:
1. ¿POR QUÉ JESÚS ESCOGIÓ A PEDRO, SANTIAGO Y JUAN
PARA ESTE ACONTECIMIENTO?
2. ¿QUÉ REPRESENTAN MOISÉS Y EL PROFETA ELÍAS EN
REFEENCIA A JESÚS?
3. ¿QUIÉN HABLA DESDE LA NUBE ? ¿CUÁL ES SU SIGNIFICADO
PARA NOSOTROS?
MIÉRCOLES DE CENIZA
BENDICTO XVI. "CUARESMA
Y LA CONVERSIÓN "
Vaticano,
13 febrero 2013 - 8:36 a.m. - ACI
1. Queridos hermanos y hermanas:
El desierto donde Jesús se retira, es el lugar del silencio, de la pobreza,
donde el hombre está privado de los apoyos materiales y se encuentra ante las
preguntas fundamentales de la existencia, está destinado a ir a lo esencial y
por ello es más fácil encontrar a Dios. Pero el desierto es también el lugar de la muerte, porque donde no hay
agua no hay tampoco vida, y es el lugar
de la soledad, en el que el hombre siente más intensa la tentación. Jesús
va al desierto y allí experimenta la
tentación de dejar el camino indicado por el Padre para seguir otros
caminos más fáciles y mundanos (Lc 4, 1-13). Así, Él se carga de nuestras
tentaciones, porta consigo nuestra miseria para vencer al maligno y abrirnos al
camino hacia Dios, el camino de la conversión.
Continuará...
Un señor le cuenta a su amigo:
- Mi tío murió de CATARATAS
- ¿Qué? ¿Lo operaron?
- No, LO EMPUJARON
Ja, ja, ja...
EL CREDO
PRIMERA
CATEQUESIS DEL PAPA
Vaticano,
23 enero - ACI
4.
La bendición, en la Sagrada Escritura ,
se enlaza con el don de la vida que viene de Dios y se manifiesta en la fertilidad, en una vida que se multiplica,
pasando de generación en generación. Asimismo, la bendición está relacionada
con la experiencia de poseer una tierra,
un lugar estable para vivir y crecer en libertad y seguridad, temiendo a Dios y
construyendo una sociedad de hombres fieles a la Alianza , "un reino de
sacerdotes y una nación santa" (Ex 19,6). Por lo tanto, Abraham, en el diseño de Dios, está destinado a llegar a ser el "padre de
una multitud de naciones" (Gn 17,5; Rm 4,17-18) y a entrar en una
nueva tierra donde vivir. Y, sin embargo, Sara, su esposa, es estéril, no puede
tener hijos, el país al que Dios lo conduce está lejos de su tierra natal, ya
está habitado por otros pueblos y nunca le pertenecerá verdaderamente. El
narrador bíblico hace hincapié en esto, aunque muy discretamente: cuando
Abraham llegó al lugar de la promesa de Dios: "los cananeos ocupaban el país" (Gen 12,6). La tierra que
Dios le dona a Abraham no le pertenece, él es un extranjero y lo seguirá siendo
para siempre, con todo lo que ello conlleva: no tener intenciones de posesión,
sentir siempre la propia pobreza, verlo todo como un don. Ésta es también la
condición espiritual de quien acepta seguir al Señor, de quien decide partir
aceptando su llamada, bajo el signo de su bendición invisible pero poderosa.
Continuará...
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