San Juan,
con signos y acontecimientos, nos transmite la experiencia de la primitiva
Iglesia en su encuentro con el Resucitado y nos invita a participar de su gozo
y esperanza.
"El
primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando
aún estaba oscuro, y vio la piedra quitada del sepulcro. Echó a correr y fue
donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les
dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo y fueron rápidamente al sepulcro. Los dos
corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y
llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no
entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él entró en el sepulcro: y vio las
vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el
suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también
el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues
hasta entonces no habían entendido la Escritura : que Él había de resucitar de entre los
muertos".
1. Según la lectura
del Evangelio, los Apóstoles y las "Mujeres", ¿Creyeron en la Resurrección de
Jesús? ¿Qué argumentos tienes a favor, o en contra?
2. ¿Qué expresiones
indican que la fe en la
Resurrección de Jesucristo, empezó a crecer después del
acontecimiento de su muerte?
3. ¿Qué significa
para ti, la Resurrección
de Jesucristo?
"CUARESMA Y CONVERSIÓN"
BENEDICTO XVI (Extracto)
7. En este tiempo de
Cuaresma, en el Año de la Fe ,
renovemos nuestro esfuerzo en el camino de conversión, para superar la
tendencia de cerrarnos en nosotros mismos y para hacer, en vez de eso, espacio
a Dios, mirando con sus ojos la realidad cotidiana. La alternativa entre cerrarnos en nuestro egoísmo y la apertura al amor
de Dios y los demás, podríamos decir que corresponde a la alternativa de las tentaciones de Jesús:
alternativa entre el poder humano y el amor de la Cruz , entre una redención
vista solo en el bienestar material y una redención como obra de Dios, al que
debemos dar el primado en la existencia. Convertirse
significa no cerrarse en la búsqueda del propio éxito, del propio
prestigio, de la propia posición, sino hacer que cada día, en las pequeñas
cosas, la verdad y la fe en Dios y el amor se conviertan en la cosa más
importante.
Fin del artículo
EL CREDO:
PRIMERA CATEQUESIS DE
BENEDICTO XVI
7. Creer en Dios nos
hace, pues, portadores de valores que a menudo no coinciden con la moda y la
opinión del momento, nos pide adoptar criterios y asumir conductas que no pertenecen
a la manera común de pensar. El cristiano no debe tener miedo de ir
"contra corriente" para vivir su propia fe, resistiendo a la tentación
de "adecuarse". En muchas de nuestras sociedades, Dios se ha
convertido en el "gran ausente" y en su lugar hay muchos ídolos, en
primer lugar el "yo" autónomo. Y también los significativos y positivos
progresos de la ciencia y de la tecnología han llevado al hombre a una ilusión
de omnipotencia y de autosuficiencia, y un creciente egoísmo ha creado muchos
desequilibrios en las relaciones y el comportamiento social.
8. Y, sin embargo, la
sed de Dios (cf. Sal 63,2) no se extinguió y el mensaje del Evangelio sigue
resonando a través de las palabras y los hechos de muchos hombres y mujeres de
fe. Abraham, el padre de los creyentes, sigue siendo el padre de muchos hijos
que están dispuestos a seguir sus pasos y se ponen en camino, en obediencia a
la llamada divina, confiando en la presencia benevolente del Señor y acogiendo
su bendición para ser una bendición para todos. Es el mundo bendecido por la fe
al que todos estamos llamados, para caminar sin miedo siguiendo al Señor
Jesucristo. Y a veces es un camino, que conoce incluso, la prueba de la muerte,
pero que está abierto a la vida, en una transformación radical de la realidad
que sólo los ojos de la fe pueden ver y disfrutar en abundancia.
Afirmar
"yo creo en Dios" nos conduce, pues, a ponernos en camino, a salir de
nosotros mismos continuamente, al igual que Abraham, para llevar, en la
realidad cotidiana en que vivimos, la certeza que viene de la fe: la certeza,
es decir, la presencia de Dios en la historia, también hoy; una presencia que
da vida y salvación, y nos abre a un futuro con Él para una plenitud de vida
que nunca conocerá el ocaso.
Fin del artículo
¿Me da un cuarto con baño?
Con mucho gusto, caballero, le damos un cuarto; pero EL BAÑO SE LO
TIENE QUE DAR USTED.
Ja, ja, ja...
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