Lima, 31-03-2013 / Año 108 - Nº 5660


Éste es le núcleo de nuestra fe: "Cristo resucitado vive aquí y ahora entre nosotros y en nuestro interior sosteniendo nuestra fe, esperanza, y nuestro amor. Muriendo, destruyó nuestra muerte y Resucitando, restauró nuestra vida. Por eso, damos gracias a Dios, porque es bueno, porque es eterno su amor.
PRIMERA LECTURA: Hch 10, 34a.37-43
Pedro anuncio el "Kerygma": la pasión y resurrección de Jesús, no sólo como un contenido dogmático, sino como una experiencia vital, pues él, y los otros apóstoles, compartieron la vida y, en un proceso de fe, descubrieron que Jesús era el Mesías y Señor.
"En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ustedes bien saben lo que sucedió en el país de los judíos, comenzando en Galilea, después que Juan predicó el bautismo. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado Juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de sus pecados»".
SEGUNDA LECTURA: Col 3, 1-4:
Pablo invita a los Colosenses al valorizar la Resurrección de Cristo por la cual nuestra vida tiene proyección de resurrección y de eternidad.
"Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán gloriosos con Él.
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 5, 11: "Date prisa para escuchar, pero ten calma para responder"

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