"CRIOLLADA" = ¿ESPADA DE DAMOCLES?
Estar
bajo la espada de Damocles, significa un peligro o amenaza constante a que está
sometida una persona. Damocles era un cortesano de Dionisio I el Viejo, tirano
de Siracusa por el siglo IV a.C. Cicerón y Horacio nos cuentan que Damocles
envidiaba el poder y la fortuna de Dionisio y que el tirano le propuso
compartir con él su dinero y su poder, pero con una sola condición, que
asumiera también todas las obligaciones de gobierno. Aceptó Damocles y Dionisio
lo hizo sentar en un rico trono y le pidió que mirara hacia arriba. Damocles vio
que, sobre su cabeza, colgaba una espada sostenida únicamente por una crin de
caballo. El tirano le demostró así que la riqueza y el poder eran sólo
ilusorios y que podían más las responsabilidades y peligros a los que estaba
sometido.
La palabra Criollo (del portugués "crioulo", y éste, de "criar"),
es un americanismo empleado desde la colonización de América aplicándolo a los
nacidos en el continente americano, del país, pero con un origen europeo. También
se usa el término criollismo para
designar al movimiento de los hijos de españoles nacidos en América y que
buscaban una identidad propia a través del pasado indígena, de símbolos propios
y de la exaltación de todo lo relacionado con lo americano.
La
criollada,
tan común entre nosotros, es un derivado de Criollo con un significado positivo
y negativo. Positivo, si las características
que mencionaremos se aplicaran al bien. Negativo,
si la aplicamos al mal, que lamentablemente supera al bien. Sus características: actitud del "vivo",
del "sabido", de perspicaz (capacidad de entender con rapidez cosas
que pasan inadvertidas a otro), del calculador, del pícaro, ocultando su
malicia, mentira e hipocresía, etc., que unido a la superficialidad, a la falta
de valores y al egoísmo, describe lo que, en nuestra mentalidad peruana, es un "criollazo". Aparentemente "se
gana a la gente"; pero en el fondo, la "usa". A él no le vamos a
pedir que se preocupe de los demás, que sea generoso, que comparta, que se
sacrifique, que preste sin interés, que sea solidario, que perdone una deuda...
Todo lo contrario, siempre estará a la expectativa para "ganar", para sacar ventaja, para que "nadie le pise el poncho", en
fin, se preocupará sólo de sí mismo y de su propio provecho, para no ser
"un cholito", un "pisado", "un caído del palto",
etc. Lamentablemente nuestra sociedad está lleno de ellos.
Hoy, Jesús, nos da otra visión;
no en teoría, sino con el testimonio de su propia vida.
ÉL ES EL SAMARITANO QUE DA SU PROPIA VIDA, A CAMBIO DE NADA PARA
RESTAURARNOS COMO HIJOS DE DIOS.
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