¡HAY QUE
VIVIR LA VIDA ,
HERMANITO!
Esta
expresión nos recuerda lo que dice el libro de la Sabiduría respecto a los
impíos (Sb 2, 1-24):
1."Dicen discurriendo desacertadamente: «Corta es y triste
nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre ni se sabe de nadie que
haya vuelto del Hades. Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como
si nunca hubiéramos sido... Al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el
espíritu se desvanecerá. Caerá como el tiempo nuestro nombre en el olvido...
2. Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las
criaturas con el ardor de la juventud. Hartémonos de vinos exquisitos y de
perfumes, no se nos pase ninguna flor primaveral, coronémonos de rosas antes
que se marchiten: ningún prado quede libre de nuestra orgía...
4. Veamos si sus palabras son verdaderas. Si el justo es hijo de Dios,
él le asistirá... Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y
probar su entereza. Condenémosle a una
muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará".
¿No
les parece que este comportamiento de
malos y buenos se repite en la historia, matizándose solo con los contextos
culturales? Hoy, el resultado de
este vacío existencial de los alejados de Dios, se llama DEPRESIÓN. Pues, nada les podrá llenar, ni dar sentido a sus vidas.
Con razón lo decía San Agustín en su libro «Las Confesiones": «Nos
hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto, hasta que descanse
en ti» (Conf. I,1,1).
HOY JESÚS NOS
ADVIERTE:
«Esfuércense en entrar por la puerta estrecha». Hay que luchar, declarar la
guerra al maligno presente en la gente mala... Hay que ser bautizados en su BAUTISMO de sangre redentora: ¡MORIR COMO ÉL, PARA DAR LA VIDA ETERNA ! ¡ÁNIMO, HERMANO!
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