Fundado: 24-04-1904 Lima, 25-08-2013 / Año 109 - Nº 5681 - 4000 ejemplares

¡HAY QUE VIVIR LA VIDA, HERMANITO!
Esta expresión nos recuerda lo que dice el libro de la Sabiduría respecto a los impíos (Sb 2, 1-24):
1."Dicen discurriendo desacertadamente: «Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre ni se sabe de nadie que haya vuelto del Hades. Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca hubiéramos sido... Al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el espíritu se desvanecerá. Caerá como el tiempo nuestro nombre en el olvido...
2. Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las criaturas con el ardor de la juventud. Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, no se nos pase ninguna flor primaveral, coronémonos de rosas antes que se marchiten: ningún prado quede libre de nuestra orgía...
3. Oprimamos al justo pobre, no perdonemos a la viuda, no respetemos las canas del anciano. Sea nuestra fuerza, norma de la justicia... Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la ley y nos culpa de falta contra nuestra educación, y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, se ufana de tener a Dios por padre...
4. Veamos si sus palabras son verdaderas. Si el justo es hijo de Dios, él le asistirá... Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará".
¿No les parece que este comportamiento de malos y buenos se repite en la historia, matizándose solo con los contextos culturales? Hoy, el resultado de este vacío existencial de los alejados de Dios, se llama DEPRESIÓN. Pues, nada les podrá llenar, ni dar sentido a sus vidas. Con razón lo decía San Agustín en su libro «Las Confesiones": «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto, hasta que descanse en ti» (Conf. I,1,1).

HOY JESÚS NOS ADVIERTE: «Esfuércense en entrar por la puerta estrecha». Hay que luchar, declarar la guerra al maligno presente en la gente mala... Hay que ser bautizados en su BAUTISMO de sangre redentora: ¡MORIR COMO ÉL, PARA DAR LA VIDA ETERNA! ¡ÁNIMO, HERMANO!

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