Lima, 29-09-2013 / Año 109 - Nº 5686

EVANGELIO: Lc 16, 19-31
Lucas nos invita a ser generosos y atentos con el prójimo. La Fraternidad y la Solidaridad son virtudes que nos llevan a Dios.
"En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado junto a la puerta, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Se murió también el rico y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio desde lejos a Abraham y a Lázaro junto a él, y gritó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas». Pero Abraham le contestó: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo mientras que tú padeces. Y además entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia ustedes, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros». El rico insistió: «Te ruego, Padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos para que con su testimonio evites que vengan también ellos a este lugar de tormento». Abraham le dijo: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen». El rico contestó: «No, Padre Abraham. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán». Abraham le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto»".
1. ¿CUÁL ES EL MENSAJE DE LA PARÁBOLA? ACTUALÍZALO.
2. ¿POR QUÉ EL "SENO DE ABRAHAM" Y NO EL DE DIOS?
3. ¿QUÉ SIGNIFICA: "SI NO ESCUCHAN A MOISÉS Y A LOS PROFETAS, NO HARÁN CASO NI AUNQUE RESUCITE UN MUERTO"?
PAPA FRANCISCO: ¡LA PAZ, NUNCA MÁS LA GUERRA!
VATICANO, 1 Setiembre 2013 - 09:22 a.m.  ACI-EWTN Noticias
4. Expresó: "¡Que una cadena de empeño por la paz una a todos los hombres y a las mujeres de buena voluntad! Es una invitación fuerte y urgente que dirijo a la entera Iglesia Católica, pero que extiendo a todos los cristianos de las demás Confesiones, a los hombres y mujeres de toda religión y también a aquellos hermanos y hermanas que no creen: la paz es un bien que supera toda barrera, porque es un bien de toda la humanidad". Remarcó: "No es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino la cultura del encuentro, la cultura del diálogo: éste es el único camino hacia la paz". Exclamó: "Que el grito de la paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos y todos dejen las armas y se dejen guiar por el anhelo de paz".
CARTA ENCÍCLICA DEL PAPA FRANCISCO
"LUMEN FIDEI": "DIOS LES PREPARA UNA CIUDAD" Hb 11,16
9. Cuántos beneficios aporta la fe a la ciudad de los hombres contribuyendo a su vida común! Por la fe hemos descubierto la dignidad de cada persona, no tan evidente en el mundo antiguo" (n.54). Por ella respetamos la naturaleza; consideramos la creación como un don del que somos deudores; identificamos formas de gobierno justas; reconocemos que la autoridad viene de Dios para el servicio del bien común. Afirma el perdón e ilumina la vida en sociedad, relacionando los acontecimientos con el origen y el destino de todo en el Padre que nos ama (n.55). En la hora de la prueba, nos ilumina. El Salmo 116 exclama: "Tenía fe, aún cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!»" (v.10). El cristiano abraza el sufrimiento convirtiéndolo en un acto de amor, de entrega confiada en Dios, que no nos abandona, y de crecimiento en la fe y en el amor. Viendo la unión de Cristo con el Padre en el sufrimiento de la cruz (cf. Mc 15,34), el cristiano aprende a participar en la misma mirada de Cristo. La muerte queda iluminada, vivida como la última llamada de la fe, el último "sal de tu tierra y ven", pronunciado por el Padre (n.56). Tomamos conciencia de los sufrimientos del mundo. ¡Cuántos hombres y mujeres de fe han recibido luz de las personas que sufren! San Francisco de Asís, del leproso; la Beata Madre Teresa de Calcuta, de sus pobres. Acercándose a ellos, no les han quitado sus sufrimientos, ni han dado razón de los males que los aquejan. No disipa nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche. Esto basta para caminar. En Cristo, Dios comparte nuestro camino y nos da la luz. Va de la mano de la esperanza porque, aunque nuestra morada terrenal se destruye, tenemos una mansión eterna, que Dios ha inaugurado ya en Cristo, en su cuerpo (2Co 4,16-5,5). "En unidad con la fe y la caridad, la esperanza nos proyecta hacia un futuro cierto, que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día" (n.57).

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