EL "CHOCHERISMO",
MAL ENDÉMICO
Me
parece que este terrible defecto "antieducativo" se va difundiendo.
En efecto, cuando sucede alguna desgracia: terremotos, huaycos, desbordes de
ríos, incendios, etc. Cuando se entrevista a la gente, se suele escuchar:
"Todavía no nos dan agua, alimentos, calaminas, frazadas, etc.". Y mi pregunta es:
Y ustedes ¿se han organizado, qué están haciendo, cómo tratan de resolver el
problema, en vez de estar pidiendo? Pero, esto empieza desde la familia en
donde parece que los padres tuvieran miedo a los hijos y tratan de "darles
todo, contentándolos en todo". Están ignorando que el engreimiento es el peor camino educativo.
Cuando se "chochea" a los hijos, se frena su desarrollo, su madurez.
Permanecen siempre niños, siempre exigentes, siempre pidiendo. Si no se los
satisface, se enfurecen, tratan mal a los padres, empiezan a
"odiarlos". No se los capacitó, no se los educó para la
corresponsabilidad, para el reconocimiento, para el SABER AGRADECER. Si no hay
una pronta solución, esto se agravará: hay hijos(as) de más de 40 años que se
han quedado en la inmadurez infantil. No quieren dejar la "mamadera".
Siguen en la casa paterna, pidiendo y pidiendo, sin trabajo, ni profesión,
arrimados para que las mamás o los papás LES SIGAN DANDO Y DANDO... ¿HASTA
CUANDO? Si esto se alarga al campo educativo, se empeora la situación. Se va
perdiendo la disciplina, el orden, la responsabilidad; peor aún, si el "maestro"
no lo es por vocación, sino por negocio, por trabajo, por la paga, por la
"politiquería".
Cuando
esta situación pasa al orden religioso, las consecuencias son peores. El nuevo
traje lleva por nombre EL ASISTENCIALISMO. Si el proteccionismo es ya de
por sí malo, en lo religioso, es peor. En el fondo, la fe se la hará depender de lo que los
evangelizadores, los apóstoles los misioneros LES OFREZCAN, LES DEN, LE
RESUELVAN SUS PROBLEMAS. El día en que esto falte, los "misioneros",
los celosos por la Evangelización ,
serán rechazados, perseguidos y odiados.
HOY JESÚS, al reprender a los
9 judíos por su ingratitud, nos reprende a todos nosotros que, enceguecidos por
el engreimiento, NO SABEMOS AGRADECER LO BUENO QUE SE NOS DA.
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