Empezamos
un nuevo año litúrgico. Tiempo de gracia y de acogida de Cristo. Él tiene dos advientos,
dos venidas. La primera, viene como Mesías, Salvador y liberador, lleno de
misericordia. La celebramos con la solemnidad de LA NAVIDAD. La segunda,
vendrá al final de los tiempos, como Juez, para sancionar y oficializar nuestras
respuestas de amor concreto, fijadas ya en el momento de nuestra muerte. Hay
que estar preparados, "vigilantes" y "despiertos", con la
mirada fija en Él; pero con los pies en esta tierra, con obras de amor con el
pobre.
PRIMERA
LECTURA: Is 2, 1-5.
Isaías anuncia la llegada de un tiempo nuevo, un modo nuevo de
vivir. Nos invita a acercamos a Dios que interviene en nuestra historia para
cambiarla y salvarla.
"La visión de Isaías, hijo de Amós,
acerca de Judá y de Jerusalén: al final de los días estará firmemente
establecido el monte de la casa del Señor en la cumbre de las montañas, se
elevará por encima de las colinas. Hacía él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Vengan, subamos al monte del Señor, a la
casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus
sendas; porque de Sión saldrá la ley; de Jerusalén, la palabra del Señor». Será
el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas
forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra
pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Ven, casa de Jacob, caminemos a la
luz del Señor".
SEGUNDA
LECTURA: Rm 13, 11-14a.
Pablo nos exhorta a despertar de nuestros sueños y de toda fantasía
que el mundo nos ofrece, para descubrir que Dios nos acerca a la luz y a la
vida.
"Hermanos: Dense cuenta del momento en
que viven; ya es hora que despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación
está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, se acerca
el día: dejemos las obras de las tinieblas y resistámonos con las armas de la
luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni
borracheras, nada de lujurias ni desenfreno, nada de riñas ni envidias. Al
contrario, revístanse del Señor Jesucristo".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 6,
32: "Si quieres, hijo mío, serás sabio, y si te empeñas, lo entenderás
todo"
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