Lima, 01-12-2013 / Año 109 - Nº 5695

Empezamos un nuevo año litúrgico. Tiempo de gracia y de acogida de Cristo. Él tiene dos advientos, dos venidas. La primera, viene como Mesías, Salvador y liberador, lleno de misericordia. La celebramos con la solemnidad de LA NAVIDAD. La segunda, vendrá al final de los tiempos, como Juez, para sancionar y oficializar nuestras respuestas de amor concreto, fijadas ya en el momento de nuestra muerte. Hay que estar preparados, "vigilantes" y "despiertos", con la mirada fija en Él; pero con los pies en esta tierra, con obras de amor con el pobre.
PRIMERA LECTURA: Is 2, 1-5.
Isaías anuncia la llegada de un tiempo nuevo, un modo nuevo de vivir. Nos invita a acercamos a Dios que interviene en nuestra historia para cambiarla y salvarla.
"La visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: al final de los días estará firmemente establecido el monte de la casa del Señor en la cumbre de las montañas, se elevará por encima de las colinas. Hacía él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley; de Jerusalén, la palabra del Señor». Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Ven, casa de Jacob, caminemos a la luz del Señor".
SEGUNDA LECTURA: Rm 13, 11-14a.
Pablo nos exhorta a despertar de nuestros sueños y de toda fantasía que el mundo nos ofrece, para descubrir que Dios nos acerca a la luz y a la vida.
"Hermanos: Dense cuenta del momento en que viven; ya es hora que despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, se acerca el día: dejemos las obras de las tinieblas y resistámonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfreno, nada de riñas ni envidias. Al contrario, revístanse del Señor Jesucristo".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 6, 32: "Si quieres, hijo mío, serás sabio, y si te empeñas, lo entenderás todo"

Había un hombre tan bajo, tan bajo, que cuando la policía le decía: ¡ALTO!
ÉL SEGUÍA CAMINANDO...

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