¿Y QUIÉN SE
CREE ESE?
MUCHAS
VECES
hemos escuchado esta expresión denotando cierta desazón, descontento y
desprecio por el "logro" de un familiar, amigo, vecino, condiscípulo,
etc. Con esta actitud, se evidencia una latente envidia ("LA ENVIDIA TE
CARCOME"). En el fondo, estamos encubriendo y casi justificando
nuestra incapacidad: "Él HA PODIDO, HA LLEGADO, HA TRIUNFADO... Y YO,
NO". El peligro está en que esta actitud se pueda generalizar.
Así, los superiores, los "capazotes", pretendan que todos sean como
ellos; los buenos, que los demás lo sean; los mediocres, del mismo modo. En el
fondo, todos, enceguecidos por la soberbia, no se dan cuenta que todos NO son iguales
y tienen que ser tratados como tales. Si comprendiéramos esta situación, evitaríamos
muchos errores. Empezaríamos a encontrar la armonía y la paz de la familia, del
vecindario, de las instituciones, en fin, de nuestra querida Patria.
Empezaríamos por aceptarnos tales romo somos, aceptando nuestras diferencias y
siendo solidarios los unos con los otros. Nos comprenderíamos y empezaríamos a
ser felices. Valoraríamos la verdad, la sinceridad, la fraternidad, etc.
HOY EL
EVANGELIO
nos da la clave. El Bautista nos muestra su verdadera humildad-verdad. Reconoce
en Jesús de Nazaret, al verdadero Mesías, al Consagrado, al Redentor del mundo.
No cae en la tentación de hacerse pasar por Él, cuando los embajadores de los
sacerdotes y de los fariseos le preguntan si es él el Mesías... Simplemente
señala a Jesús de Nazaret como "el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo", según lo había dicho Isaías 53, 7-8.
¿RECONOCEMOS
Y ACEPTAMOS A LAS PERSONAS TALES COMO SON? ¿SEÑALAMOS EN ELLAS SUS VERDADEROS
VALORES, O SE LOS NEGAMOS CREYÉNDOLAS INCAPACES?
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