EVANGELIO: Mt 2, 1 -12
Se nos
hace partícipe de la experiencia de los magos. Para ello es preciso descubrir
la voz del Señor en nuestras vidas, desde la cual nos llama a descubrirlo en los
pobres.
"Jesús
nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de
Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -«¿Dónde está el Rey de los
judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a
adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él;
convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde
tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -«En Belén de Judea, porque
así lo ha escrito el profeta: 'Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho
menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el
pastor de mi pueblo Israel'». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos
para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los
mandó a Belén, diciéndoles: -«Vayan y averigüen cuidadosamente acerca del niño
y, cuando lo encuentren, avísenme para ir yo también a adorarlo». Ellos,
después de oír al rey, se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían
visto salir comenzó a guiarlos hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el
niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa,
vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y, habiendo
sido advertidos en sueños para que no volvieran adonde estaba Herodes, se
marcharon a su tierra por otro camino".
2. ¿QUIÉN
Y EN QUÉ TIEMPO DIJO ESTA PROFECÍA?
3. ¿CUÁL ES
EL SIMBOLISMO DE LA ESTRELLA ,
DEL ORO, DEL INCIENSO Y DE LA
MIRRA ?
"LA FRATERNIDAD ,
FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ "
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2014 - Vaticano, 12 Diciembre 2013 10:39 a.m. -
ACI
1. El corazón de todo hombre y mujer alberga el deseo
de una vida plena y el anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con
los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a
los que acoger y querer. La fraternidad es una dimensión esencial del
hombre, que es un ser relacional. Nos lleva a ver y a tratar a cada persona como un verdadero
hermano(a); sin ella, es imposible la construcción de una sociedad
justa, de una paz estable y duradera. Normalmente la fraternidad se empieza
a aprender en
el seno de la familia, particularmente, del padre y de la madre. La familia es la
fuente de toda fraternidad. Es el fundamento y el camino primordial
para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor.
La
mayor interdependencia y de comunicación en nuestro planeta hace más palpable
la conciencia que todas las naciones de la tierra forman una unidad y
comparten un destino común. En la historia, a pesar de la diversidad de
etnias, sociedades y culturas, vemos la vocación de formar una comunidad de hermanos que
se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros.
Sin
embargo, en un mundo caracterizado por la "globalización de la indiferencia",
que poco a poco nos "habitúa" al sufrimiento del otro, cerrándonos en
nosotros mismos, contradice y desmiente esa vocación. En muchas partes se lesionan
gravemente los derechos
humanos fundamentales: el derecho a la vida y a la libertad religiosa. El trágico
fenómeno de la
trata de seres humanos, con cuya vida y desesperación especulan
personas sin escrúpulos, representa un ejemplo inquietante.
A las
guerras armadas
se suman otras
guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el
campo económico y financiero con medios destructivos de vidas, de familias y de
empresas.
"La
globalización (Benedicto XVI), nos acerca los demás, pero no nos hace hermanos".
Además, las desigualdades de pobreza y de injusticia revelan una profunda falta
de fraternidad y la ausencia de una cultura de la solidaridad. Las nuevas
ideologías, con un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo
materialista, debilitan
los lazos sociales, fomentando esa mentalidad del
"descarte", que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles,
de cuantos son considerados "inútiles". Así la convivencia humana se
parece cada vez más a un mero "do ut des" ("doy para que
des") pragmático y egoísta.
Tampoco las
éticas contemporáneas
son capaces de
generar fraternidad: Una fraternidad sin un Padre común, como
fundamento último, no logra subsistir. Una verdadera fraternidad supone y requiere una
paternidad trascendente. A partir del reconocimiento de esta
paternidad, se consolida la fraternidad, ese hacerse "prójimo" que se
preocupa por el otro.
Continuará...
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