Lima, 05-01-2014 / Año 110 - Nº 5700

EVANGELIO: Mt 2, 1 -12
Se nos hace partícipe de la experiencia de los magos. Para ello es preciso descubrir la voz del Señor en nuestras vidas, desde la cual nos llama a descubrirlo en los pobres.
"Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: 'Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel'». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: -«Vayan y averigüen cuidadosamente acerca del niño y, cuando lo encuentren, avísenme para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y, habiendo sido advertidos en sueños para que no volvieran adonde estaba Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino".
1. ¿POR QUÉ ELTÍTULO, "REY DE LOS JUDÍOS"?
2. ¿QUIÉN Y EN QUÉ TIEMPO DIJO ESTA PROFECÍA?
3. ¿CUÁL ES EL SIMBOLISMO DE LA ESTRELLA, DEL ORO, DEL INCIENSO Y DE LA MIRRA?
"LA FRATERNIDAD, FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ"
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ  2014 - Vaticano, 12 Diciembre 2013 10:39 a.m. - ACI
1. El corazón de todo hombre y mujer alberga el deseo de una vida plena y el anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer. La fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. Nos lleva a ver y a tratar a cada persona como un verdadero hermano(a); sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera. Normalmente la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia, particularmente, del padre y de la madre. La familia es la fuente de toda fraternidad. Es el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor.
La mayor interdependencia y de comunicación en nuestro planeta hace más palpable la conciencia que todas las naciones de la tierra forman una unidad y comparten un destino común. En la historia, a pesar de la diversidad de etnias, sociedades y culturas, vemos la vocación de formar una comunidad de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros.
Sin embargo, en un mundo caracterizado por la "globalización de la indiferencia", que poco a poco nos "habitúa" al sufrimiento del otro, cerrándonos en nosotros mismos, contradice y desmiente esa vocación. En muchas partes se lesionan gravemente los derechos humanos fundamentales: el derecho a la vida y a la libertad religiosa. El trágico fenómeno de la trata de seres humanos, con cuya vida y desesperación especulan personas sin escrúpulos, representa un ejemplo inquietante.
A las guerras armadas se suman otras guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios destructivos de vidas, de familias y de empresas.
"La globalización (Benedicto XVI), nos acerca los demás, pero no nos hace hermanos". Además, las desigualdades de pobreza y de injusticia revelan una profunda falta de fraternidad y la ausencia de una cultura de la solidaridad. Las nuevas ideologías, con un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo materialista, debilitan los lazos sociales, fomentando esa mentalidad del "descarte", que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles, de cuantos son considerados "inútiles". Así la convivencia humana se parece cada vez más a un mero "do ut des" ("doy para que des") pragmático y egoísta.
Tampoco las éticas contemporáneas son capaces de generar fraternidad: Una fraternidad sin un Padre común, como fundamento último, no logra subsistir. Una verdadera fraternidad supone y requiere una paternidad trascendente. A partir del reconocimiento de esta paternidad, se consolida la fraternidad, ese hacerse "prójimo" que se preocupa por el otro.
Continuará...

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