Lima, 12-01-2014 / Año 110 - Nº 5701

EVANGELIO: Mt 3, 13-17
Jesús se coloca en la fila de la humanidad que necesita cumplir la voluntad de Dios en su historia. Sólo así podrá iniciar el camino que conduce a la salvación de la humanidad.
"En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba impedírselo, diciendo: «Yo soy el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo así por ahora. Está bien que cumplamos todo lo que Dios quiere». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto»".
1. ¿QUÉ SUCEDIÓ EN EL PAís de los judíos en el tiempo de juan bautista?
2. ¿DIOS HACE DISTINCIONES ENTRE LAS PERSONAS PARA OFRECERLES EL BAUTISMO Y SU PATERNIDAD INFINITA?
3. ¿POR QUÉ JUAN BAUTISTA SIENDO HOMBRE, BAUTIZA A JESÚS QUE ES HIJO DE DIOS?
"LA FRATERNIDAD, FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ"
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ  2014 - Vaticano, 12 Diciembre 2013 10:39 a.m. - ACI
2. "Y TODOS USTEDES SON HERMANOS" - Mt 23, 8
Para comprender la vocación del hombre a la fraternidad, para conocer los obstáculos que se interponen y descubrir los caminos para superarlos, es fundamental la Sagrada Escritura.
Según el Génesis, todos los hombres proceden de Adán y Eva, pareja creada por Dios a su imagen y semejanza (Gn 1,26), de los cuales nacen Caín y Abel. En esta primera familia leemos la génesis de la sociedad y de las relaciones entre las personas y los pueblos.
Abel es pastor; Caín, labrador. Su identidad y vocación, es ser hermanos, en la diversidad de su actividad y cultura, de su modo de relacionarse con Dios y con la creación. Pero el asesinato de Abel por Caín constata el rechazo radical de la vocación a ser hermanos.
Su historia (Gn 4,1-16) evidencia la dificultad a vivir unidos, preocupándose los unos de los otros. Caín, al no aceptar la predilección de Dios por Abel, que le ofrecía lo mejor de su rebaño -"el Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda" (Gn 4,4-5)-, mata a Abel por envidia.
Se niega a reconocerlo como hermano, a relacionarse positivamente con él, a vivir ante Dios asumiendo sus responsabilidades de cuidar y proteger al otro. A la pregunta "¿Dónde está tu hermano?", con a que Dios interpela a Caín pidiéndole cuentas por lo que ha hecho, él responde: No lo sé; ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?" (Gn 4,9). Después -nos dice el Génesis- "Caín salió de la presencia del Señor" (4,16).
Hemos de preguntarnos por los motivos profundos que han llevado a Caín a dejar de lado el vínculo de fraternidad, de reciprocidad y de comunión que lo unía a su hermano Abel. Dios mismo denuncia y recrimina a Caín su connivencia con el mal: "El pecado acecha a la puerta" (Gn 4,7). No obstante, Caín no lucha contra el mal y decide igualmente alzar la mano contra su hermano Abel" (Gn 4,8), rechazando el proyecto de Dios. Frustra así su vocación originaria de ser hijo de Dios y a vivir la fraternidad.
El relato de Caín y Abel nos enseña que la humanidad lleva inscrita en sí una vocación a la fraternidad, pero también la de su traición. Da testimonio de ello el egoísmo cotidiano, que está en el fondo de tantas guerras e injusticias: muchos hombres y mujeres mueren a manos de hermanos y hermanas que no saben reconocerse como tales, es decir, como seres hechos para la reciprocidad, para la comunión y para el don.
Continuará...

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