EVANGELIO: Jn 1, 29-34
Juan
proclama la presencia de Aquel que es el Cordero de Dios y nos invita a dar
testimonio de su presencia en este mundo, al que ha venido a salvar
"En
aquel tiempo, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y exclamó: «Éste es el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería yo cuando dije:
«Detrás de mí viene uno que es superior a mí, porque existía antes que yo». Yo
no le conocía pero he salido a bautizar con agua, para que el pueblo de Israel
lo conozca. Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que
bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él». Yo no lo conocía, pero
el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre quien veas bajar el
Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Y
yo lo he visto y he dado testimonio de que él es el Hijo de Dios»".
2. ¿QUÉ
PROFETA Y EN QUE LUGAR SE ENCUENTRA LA ALUSIÓN
AL MESÍAS COMO "CORDERO DE DIOS"?
3. ¿QUÉ
SIGNIFICA: "BAUTIZAR CON EL ESPÍRITU SANTO"?
"LA FRATERNIDAD ,
FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ "
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2014 - Vaticano, 12 Diciembre 2013 - 10:39 a.m. -
ACI
3. "Y TODOS USTEDES SON HERMANOS" - Mt
23, 8
¿Los
hombres y las mujeres podrán corresponder alguna vez al anhelo de fraternidad,
que Dios imprimió en ellos? ¿Conseguirán, sólo con sus fuerzas, vencer la
indiferencia, el egoísmo y el odio, y aceptar las diferencias de los hermanos y
hermanas?
Sintetizamos
con Jesús:
"Ya que hay un solo Padre, que es Dios, todos ustedes son hermanos"
(Mt 23,8-9).
Quien
acepta a Cristo y vive en Él reconoce a Dios como Padre y se entrega a
Él, amándolo sobre todo. El hombre reconciliado ve en Dios al Padre de todos
y siente el llamado a vivir una fraternidad abierta a todos. En Él, el otro es
aceptado y amado como hijo o hija de Dios, como hermano o hermana, no como un
extraño, y menos aún como un contrincante o un enemigo. En la familia de Dios, donde todos
son hijos de un mismo Padre, y todos están injertados en Cristo, hijos en el
Hijo, no hay "vidas descartables". Todos gozan de igual e intangible
dignidad. Todos
son amados por Dios, todos han sido rescatados por la sangre de Cristo,
muerto en cruz y resucitado por cada uno. Ésta es la razón por la que no
podemos quedarnos indiferentes ante la suerte de los hermanos.
Continuará...
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