Lima, 19-01-2014 / Año 110 - Nº 5702

EVANGELIO: Jn 1, 29-34
Juan proclama la presencia de Aquel que es el Cordero de Dios y nos invita a dar testimonio de su presencia en este mundo, al que ha venido a salvar
"En aquel tiempo, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería yo cuando dije: «Detrás de mí viene uno que es superior a mí, porque existía antes que yo». Yo no le conocía pero he salido a bautizar con agua, para que el pueblo de Israel lo conozca. Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él». Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que él es el Hijo de Dios»".
1. ¿QUIÉN ES JUAN BAUTISTA?
2. ¿QUÉ PROFETA Y EN QUE LUGAR SE ENCUENTRA LA ALUSIÓN AL MESÍAS COMO "CORDERO DE DIOS"?
3. ¿QUÉ SIGNIFICA: "BAUTIZAR CON EL ESPÍRITU SANTO"?
"LA FRATERNIDAD, FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ"
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ  2014 - Vaticano, 12 Diciembre 2013 - 10:39 a.m. - ACI
3. "Y TODOS USTEDES SON HERMANOS" - Mt 23, 8
¿Los hombres y las mujeres podrán corresponder alguna vez al anhelo de fraternidad, que Dios imprimió en ellos? ¿Conseguirán, sólo con sus fuerzas, vencer la indiferencia, el egoísmo y el odio, y aceptar las diferencias de los hermanos y hermanas?
Sintetizamos con Jesús: "Ya que hay un solo Padre, que es Dios, todos ustedes son hermanos" (Mt 23,8-9).
LA FRATERNIDAD está enraizada en la paternidad de Dios. No genérica, indiferenciada e históricamente ineficaz, sino de un amor personal, puntual y extraordinariamente concreto de Dios por cada ser humano (Mt 6, 25-30). Que genera eficazmente fraternidad, porque el amor de Dios, cuando es acogido, se convierte en el agente más asombroso de transformación de la existencia y de las relaciones con los otros, abriendo a los hombres a la solidaridad y a la reciprocidad. JESUCRISTO ha regenerado la fraternidad con su muerte y resurrección. LA CRUZ es el "lugar" definitivo y fundamento de la fraternidad, que los hombres no son capaces de generar por sí mismos. Asumiendo la naturaleza humana para redimirla amando al Padre hasta la muerte, con una muerte de cruz (Flp 2,8), por su resurrección, nos constituye en humanidad nueva, en total comunión con la voluntad de Dios, con su proyecto, realiza plenamente la fraternidad. Asume, desde el principio, el proyecto de Dios, concediéndole el primado sobre todo. Con su abandono a la muerte por amor al Padre, se convierte en principio nuevo y definitivo para reconocernos hermanos en Él, hijos del mismo Padre. Él es la misma Alianza, el lugar personal de la reconciliación del hombre con Dios y de los hermanos entre sí. En su Muerte en cruz queda superada la separación entre pueblos, entre el pueblo de la Alianza y el pueblo de los Gentiles, privado de esperanza porque hasta aquel momento era ajeno a los pactos de la Promesa. Según Efesios, Él reconcilia en sí a todos los hombres. Él es la paz, porque de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando el muro de separación que los dividía, la enemistad. Él ha creado en si mismo un solo pueblo, un solo hombre nuevo, una sola humanidad (2,14-16).
Quien acepta a Cristo y vive en Él reconoce a Dios como Padre y se entrega a Él, amándolo sobre todo. El hombre reconciliado ve en Dios al Padre de todos y siente el llamado a vivir una fraternidad abierta a todos. En Él, el otro es aceptado y amado como hijo o hija de Dios, como hermano o hermana, no como un extraño, y menos aún como un contrincante o un enemigo. En la familia de Dios, donde todos son hijos de un mismo Padre, y todos están injertados en Cristo, hijos en el Hijo, no hay "vidas descartables". Todos gozan de igual e intangible dignidad. Todos son amados por Dios, todos han sido rescatados por la sangre de Cristo, muerto en cruz y resucitado por cada uno. Ésta es la razón por la que no podemos quedarnos indiferentes ante la suerte de los hermanos.
Continuará...

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