Lima, 09-02-2014 / Año 110 - Nº 5705

EVANGELIO: Mt 5, 13-16
Cristo dio a sus discípulos una misión primordial y universal: dar sentido a sus vidas por el amor y las buenas obras. Hemos de ser luz y sal del mundo.
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Del mismo modo, alumbre su luz delante de los hombres para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo".
1. SEGÚN JESÚS, ¿CUÁL ES EL SIMBOLISMO DE LA SAL EN LA VIDA DEL CRISTIANO?
2. ¿Y CUÁL, EL SIMBOLISMO DE LA LUZ EN LA VIDA DEL CRISTIANO?
3. ¿ES SOBERBIA MOSTRAR LAS BUENAS OBRAS? ¿CUÁNDO ESTAS OBRAS BUENAS ALAGARÍAN NUESTRA VANIDAD?
"LA FRATERNIDAD, FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ"
6.  EL REDESCUBRIMIENTO DE LA FRATERNIDAD EN LA ECONOMÍA
Las graves crisis financieras y económicas, originadas por el progresivo alejamiento del hombre de Dios y del prójimo, en la búsqueda insaciable de bienes materiales, y en el empobrecimiento de las relaciones interpersonales y comunitarias, han llevado a muchos a buscar el bienestar, la felicidad y la seguridad en el consumo y la ganancia más allá de la lógica de una economía sana.
En 1979 Juan Pablo II advertía del "peligro real y perceptible de que, mientras avanza el dominio del hombre sobre el mundo, pierda los hilos esenciales de este dominio suyo, y de diversos modos su humanidad quede sometida a ese mundo, y él mismo se haga objeto de múltiple manipulación, aunque a veces no directamente perceptible, a través de toda la organización de la vida comunitaria, del sistema de producción, de la presión de los medios de comunicación social".
Las sucesivas crisis económicas deberían llevarnos a revisar los modelos de desarrollo económico y a un cambio en los estilos de vida. La crisis actual, con graves consecuencias para la vida, puede ser una ocasión para recuperar las virtudes de la prudencia, de la templanza, de la justicia y de la fortaleza.
Estas virtudes nos pueden ayudar a superar los momentos difíciles y a redescubrir los vínculos fraternos que nos unen, con la profunda confianza de que el hombre tiene necesidad y es capaz de algo más que desarrollar al máximo su interés individual. Sobre todo, estas virtudes son necesarias para construir y mantener una sociedad a medida de la dignidad humana.

Continuará...

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