Fundado: 24-04-1904 Lima, 02-03-2014 / Año 110 - Nº 5708 - 4000 ejemplares

¡"AYÚDATE QUE YO TE AYUDARÉ"!
Es un refrán popular muy conocido en Latinoamérica. Aunque no es una cita bíblica, contiene mucha sabiduría popular. La frase la pronunció alguna vez Benjamín Franklin de esta forma "God helps those who help themselves" (Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos) que equivale al refrán español: "A Dios rogando y con el mazo dando".
Algo parecido se encuentra en la Biblia (Josué): "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Yahvé tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1, 9). La tradición judía tiene una oración muy interesante: "Bendito eres Señor, Dios de todo la creación. Por tu bondad tenemos este pan, que la tierra nos dio y las manos humanas lo hicieron. Este será para nosotros el pan de vida". El Evangelio está impregnado de esta verdad. Así nos dice Jesús, entre otras, la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30): Un hombre de negocios, al salir de viaje da a sus trabajadores una cierta cantidad de dinero para que lo trabajen en su ausencia. A su retorno, les pedirá cuenta de su gestión. De ella, dependerá su permanencia, o no, en el trabajo. Otra, es la parábola sobre el Juicio final (Mt 25, 31-46): Sólo con las obras de caridad hechas al prójimo en necesidad, en el que Jesús está representado, nos ganaremos la Vida eterna.
Ante esta situación, pueden haber dos formas extremistas de pensar. Una: Mi destino depende sólo y absolutamente de mí. Si triunfo o fracaso, depende de mí. La otra: Todo depende de Dios, y nosotros, unos simples robots. La sana filosofía dice: "In medio, virtus", "La virtud está en el medio, en el equilibrio". ¿De qué vale tener muchos talentos, muchas cualidades, si no los desarrollamos?
Aun si Dios nos da un ideal, nosotros tenemos que alcanzarlo. Si entramos en un equipo deportivo, si queremos ingresar a la universidad, si deseamos doctorarnos, si queremos "hacer algo", debemos entrenar, estudiar, trabajar, para no fracasar calamitosamente.
Ahora bien, Dios nos da lo que necesitamos, y nosotros lo desarrollamos. Dios nos da su mano, y nosotros, la nuestra, añadiendo esfuerzo, iniciativa y creatividad. Entonces el resultado se lo presentaremos a Dios como una ofrenda. Viendo las cosas de esta manera, el refrán de ayúdate que yo te ayudaré, no está muy lejos de la realidad.

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