"ME
PERSIGUE LA TENTACIÓN"
Es
la bachata de Cecy Narváez. En realidad el título es "Me persigue la maldita tentación". Esto me da pie para
reflexionar sobre este argumento. La palabra "Tentación" ,
etimológicamente viene el verbo latino: "Tentare",
"Temptare" = tocar, palpar; excitar, instigar; examinar, tratar de
saber, tratar, atacar. La podríamos definir como "el deseo de
realizar una acción inmediatamente agradable pero probablemente dañina a largo
plazo, por multitud de razones: legal, social, psicológica" (incluyéndose
la culpa), etc. También designa al acto de coaccionar o inducir a una persona a
la realización de un acto, por manipulación o por influencia, de curiosidad,
deseo o miedo de pérdida. En el ámbito de las religiones, se refiere a la
inclinación al pecado. Es la provocación o incitación por parte de Satanás a acceder,
obedecer o no obedecer, aceptar o no aceptar; hacer o dejar de hacer y decir o
dejar de decir. La tentación, de por sí, no es pecado, pues es
anterior a él. El pecado es el consentimiento de la tentación (Libertad). Es
por ello que uno
NO se debe exponer a la tentación. Aunque nadie es tentado por
encima de sus fuerzas, así nos dice San Pablo: "Dios que es fiel no permitirá que
sean tentados por encima de sus fuerzas, antes bien, les dará al mismo tiempo
que la tentación, los medios para resistir" (1Cor 10,13). Además, el poder
del Demonio a través de la tentación es
limitado. Pero el Señor nos previene, diciéndonos: Vigilen y oren
para no caer en la tentación" (Mt 26,41). Y San Pedro nos advierte: "Sed
sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente,
buscando a quien devorar (Pe 5,8). También San Pablo nos aconseja: "Revestíos de los
armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo" (Ef
6,11-18), y, "Vivan orando y suplicando. Oren todo el tiempo" (Ef
6,18).
Según San
Juan
estamos expuestos
a una triple tentación capital (que hace cabeza a toda las demás
tentaciones): "Concupiscencia: de la carne (Lujuria); de los ojos (Avaricia)
y la soberbia de la vida (Orgullo)" (1Jn 2,16). Y esa tentación fue
la de nuestros primeros padres (y de todo el Antiguo Testamento), la de Jesús (Nuevo
Testamento) y la de nosotros (Tiempo de la Iglesia ).
Cristo
lo declaró: "Ésta es la hora del poder de los tinieblas" (Lc 22,53); y
estará vigente hasta el fin del mundo, así nos lo enseña en el Padre nuestro:
"No nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal" (Mt 6,13).
Pero Cristo venció al mundo y nosotros, en y con Él, VENCEREMOS (1Jn 5,4-5).
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