Lima, 09-03-2014 / Año 110 - Nº 5709

Somos débiles a las tentaciones. Jesús fue tentado y nos mostró cómo responder ante las tentaciones. Humildemente le pedimos perdón por nuestras caídas y la fortaleza para vencerlas.
PRIMERA LECTURA: Gn 2, 7-9; 3, 1-7.
Es el origen del pecado y cómo lo enfrentan  nuestros primeros padres. Queriendo ser como dioses cayeron abusando de su libertad.
"El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en sus nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y colocó en él al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos a la vista y buenos para comer; además, en medio del jardín, puso también el árbol de la vida, y el árbol del conocimiento del bien y del mal. La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?». La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer los frutos del árbol que está en medio del jardín nos ha dicho Dios: 'No coman de él ni lo toquen, bajo pena de muerte'»".
SEGUNDA LECTURA: Rm 5, 12-19.
El pecado es superado por la Gracia. La desobediencia de Adán fue justificada por la obediencia de Cristo.
"Por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres porque todos pecaron. Porque, antes que hubiera Ley había pecado en el mundo, el pecado no se tenía en cuenta porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una desobediencia como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, el don no es como el delito: si por el delito de uno murieron todos, mucho más, la Gracia otorgada por Dios, el don de la Gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos. Y tampoco hay proporción entre la Gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, terminó en condenación, mientras la Gracia, a partir de muchos delitos, terminó en absolución. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la Justificación y la Vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos recibirán la Salvación".

Eclo 7, 8: "No agraves tu pecado repitiéndolo, pues con una vez basta para merecer castigo"

DOS TONTOS EN UN VELORIO:
- Y ¿Cómo murió?
- En una PELEA.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque en el letrero dice: "SEPELIO"
Ja, ja, ja...

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