¿YO VOY A
DAR MI VIDA?... ¡ESTÁS LOCO!
Es la
respuesta del "Criollazo": Cree tener la vida en sus manos y no la
quiere dar.
Por otro lado, muchos hombres
inmersos en sus preocupaciones no tienen interés en pensar ni en la muerte, ni en lo que
vendrá después. ¿Por qué se ocultó por siglos, la verdad de la
muerte? ¿Fue por miedo, ignorancia de lo desconocido, por ansiedad al no saber
la realidad de lo que sucederá después? Actualmente la forma de vida, centrada en los
placeres efímeros y gozo por la adquisición y acumulación de bienes, lleva a la mente
a la ilusión y desilusión, a la satisfacción e insatisfacción del vivir; a la
pérdida del sentido de su vida, cayendo en la terrible DEPRESIÓN.
A
pesar de todos los esfuerzos de la sociedad por el progreso innovador, el
hombre aún titubea ante la inseguridad de su futuro, pues no encuentra
respuestas a sus inquietudes. Prefiere no pensar, y solamente vivir el hoy y el
ahora. Desprovisto
de los valores morales, SE DESCARRILA. La suposición de la
desaparición total del ser humano con la muerte, lo desalienta totalmente.
Contrariamente, sabemos que los más
antiguos grupos humanos (tribus), creían en la supervivencia del alma después
de la muerte, para su descanso eterno con los antepasados: ¿Por qué las
momificaciones? ¿Por qué los Panteones? ¿Por qué el inmortalizarlos en los
monumentos?
En las
religiones antiguas,
esta creencia está latente. Nada decir de la Biblia y de su culto a los muertos, porque viven
en Dios. El martirio de los 7 hermanos Macabeos (2Mac 7), es evidente.
Los
Evangelios,
Revelación de Jesús, lo creen y lo defienden. Baste con citar Mateo 25,31-46:
Las obras de caridad granjearán la Vida Eterna. Es la creencia, y la razón de sus
vidas, para los Apóstoles, Pablo, de todos los cristianos martirizados, por 4
siglos, por su creencia en la
Vida eterna
EN EL
EVANGELIO DE HOY,
Jesús mismo lo confiesa: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá
para siempre".
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