Fundado: 24-04-1904 Lima, 27-04-2014 / Año 110 - Nº 5716 - 4000 ejemplares

"¡SI QUIERES LA PAZ, PREPÁRATE PARA LA GUERRA!"
El antiguo proverbio latino «SI VIS PACEM, PARA BELLUM»=« Si quieres la paz, prepárate para la guerra», proviene de los romanos, aplicado erróneamente a Julio César, en el "Epitoma rei militaris" (Compendio de asuntos militares), escrito por Flavio Vegecio a fines del siglo IV de nuestra era. Escribió: «Así pues, el que desee la paz, que se prepare para la guerra. Quien quiera conseguir la victoria, que entrene a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito que luche con estrategia, y no lo deje al azar. Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate». (Flavius Vegetius Renatus, Epitoma rei militaris, 3. Praef.). Una de las mejores formas de disuadir a nuestros enemigos es fortaleciéndonos. Un síntoma de debilidad del adversario, es la agresión, el ataque. Por tanto, ¿para algunos, o muchos?, lo mejor será prepararse siempre para la guerra, para el combate, y así tendremos más posibilidades de mantener la paz. Y esto empieza desde pequeños. Si no, ¿qué es el "bullying"? Es el acoso, la persecución, en la escuela, o fuera de ella, de muchos contra uno, a veces con fatales consecuencias. Creo que, humanamente, la única manera de vencer al enemigo es "preparándonos para la guerra". Y, a veces, un buen puñetazo de respuesta acabará con todo. Un ejemplo lo tenemos en las películas del "Karate Kid"... Y, ¿qué decir del comportamiento, a veces salvaje, de las "barras bravas", de las "pandillas", de las "maras", etc.? Hoy, en el mundo grande, seguimos con la pesadilla de constantes amenazas de una guerra nuclear. Por eso, lo mejor será armarnos "hasta los dientes" el uno contra el otro. De este modo, no habremos superado ni la era de la selva ni la de los romanos. Nos hemos olvidado de la experiencia terrible de las 2 guerras mundiales... y... ¡seguimos peleando...!
Una vez más, el Evangelio de hoy nos da el verdadero sentido de LA PAZ. Es el fruto de la Redención de Jesús. Es el resultado de la entrega de su Vida en la muerte de Cruz, para salvarnos. La consiguió, NO ARMÁNDOSE, SINO PERDONANDO: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34), y en otro lugar: "Mi paz no es como la do el mundo" (Jn 14, 27), sino que brota del amor, de la comprensión, del perdón, de la entrega total por la salvación del otro (¡Así como lo hace la madre; pero según la escala de Dios!)

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