Lima, 24-05-2014 / Año 110 - Edición extraordinaria

JUAN PABLO II:
LA VIRGEN MARÍA
Encíclica Redemptoris Mater
"El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María: le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en el dolor"(16).
"El dogma de su maternidad divina fue para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como
un sello del dogma de la Encarnación en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla"(4).
"María es 'llena de gracia', porque la Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza humana, se realiza y cumple precisamente en ella"(9).
"El ir al encuentro de las necesidades del hombre significa su introducción en el radio de acción de la misión mesiánica y del poder salvífico de Cristo.
Se da una mediación: María se pone ente su Hijo y los hombres en la realidad de sús privaciones, indigencias y sufrimientos. Se pone "en medio".
Se hace mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede, "tiene el derecho de", hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres"(21).
"La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías"(21).
"En Cana, merced a la intercesión de María y a la obediencia de los criados, Jesús da comienzo a su hora"(21).
"En Cana María aparece como la que cree en Jesús; su fe provoca la primera "señal" y contribuye a suscitar la fe de los discípulos"(21).
"La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye la única mediación de Cristo, sino mas bien muestra su eficacia.
Esta función materna brota, según el beneplácito de Dios, de la superabundancia de los méritos de Cristo... de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud"(22).
"Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del 'nuevo' amor, que maduro en ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo"(23).
SUS INVOCACIONES A MARIA:
"Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre".
Durante su viaje a Polonia: "Madre Santísima... obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En tí pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia;... en ti confío y te declaro una vez más: ¡Totus tuus, María! ¡Totus tuus! Amén". (Santuario de Kalwaria Zebrzydowska, 19-Agosto-2002).
"Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura".
"María, ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón".
"Que la Virgen, co-participante íntima en el designio de salvación, nos acompañe en el camino de la pasión y de la cruz hasta el sepulcro vacío para encontrar a su Hijo divino resucitado".

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