SANTÍSIMO
CUERPO DE JESÚS
Desde el
siglo XII,
la devoción eucarística se inclinó hacia la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Fue una reacción contra las herejías de Berengario,
que negaba tal presencia. La práctica eucarística de entonces se caracterizaba
por fuerte deseo de ver la
Hostia y el Cáliz en la Eucaristía , acompañado por un temor reverencial
ante la presencia real y ante la propia indignidad personal. Ver y venerar la Hostia era una forma de
comunión espiritual, disminuyendo concretamente la Comunión material. Se hacía necesaria
introducir una nueva fiesta Eucarística bajo el aspecto de LA PRESENCIA REAL. La iniciativa
llegó de un una monja del claustro, la beata Sor Juliana de Mont Cornillon (+
1258), de Lieja, Bélgica.
En 1208, Juliana tuvo su primera visión.
Observó la luna llena con una mancha oscura. Aquella mancha significaba la ausencia de
una fiesta Eucarística. Ella recibió el encargo de promoverla. En 1240, Roberto, obispo de Lieja, estableció
la fiesta en su diócesis, para el segundo domingo después de
Pentecostés. En
1251 el legado papal cardenal Hugues de Saint-Cher
inauguró la fiesta en Lieja, celebrándose el jueves después de la octava
de Pentecostés. En
1264, el papa Urbano IV la extendió a toda la Iglesia. El decreto permaneció 50 años inactivo. En 1317 Juan XXII publicó el decreto, llegando a ser una de las
más populares en la
Iglesia. En 1279 aparece la
primera Procesión, llevando la Eucaristía por las calles en los relicarios. Más tarde
aparecerían las custodias.
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