Lima, 08-06-2014 / Año 110 - Nº 5722


¿Cómo vivir la alegría y la paz de la Pascua en medio del lujo de unos pocos y el dolor de los muchos? ¿Cómo proclamar las maravillas de Dios cuando no palpamos resultados visibles de tanto esfuerzo y sacrificio? ¡El Espíritu Santo lo hace posible! Él nos llena con la diversidad de sus dones, ministerios y funciones. El espíritu Santo activa en nosotros la alegría y la paz para que seamos testigos de la luz y la Verdad de Cristo, del Perdón y de la Misericordia del Padre, para todos los hombres.
PRIMERA LECTURA: Hch 2, 1-11.
La primitiva comunidad cristiana recibe el Espíritu Santo en una manifestación reveladora de Dios al mundo, siendo el destinatario de la fuerza y del amor del don de Dios.
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos los creyentes reunidos en un mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como de fuego, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia lengua? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea y Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua".
SEGUNDA LECTURA: 1Cor 12, 3b-7.12-13.
Pablo nos ofrece la comparación de la Iglesia como un cuerpo organizado y articulado, donde el Espíritu actúa repartiendo sus gracias, dones y carismas.
"Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu".

Eclo 7, 20: "No maltrates al criado que cumple con su deber, ni al obrero dedicado a su trabajo"

EN UN VELORIO, el amigo del difunto le dice a la viuda:
- LO SIENTO, señora, LO SIENTO.
- No, gracias, DÉJELO ACOSTADITO NOMÁS.
Ja, ja, ja...

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