¿Cómo
vivir la alegría y la paz de la
Pascua en medio del lujo de unos pocos y el dolor de los muchos?
¿Cómo proclamar las maravillas de Dios cuando no palpamos resultados visibles
de tanto esfuerzo y sacrificio? ¡El Espíritu Santo lo hace posible! Él nos
llena con la diversidad de sus dones,
ministerios y funciones. El espíritu Santo activa en nosotros la alegría y
la paz para que seamos testigos de la luz y la Verdad de Cristo, del
Perdón y de la
Misericordia del Padre, para todos los hombres.
PRIMERA LECTURA: Hch 2, 1-11.
La
primitiva comunidad cristiana recibe el Espíritu Santo en una manifestación
reveladora de Dios al mundo, siendo el destinatario de la fuerza y del amor del
don de Dios.
"Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos los creyentes reunidos en un mismo
lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda
la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como de fuego, que
se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu
Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el
Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de
todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron
desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente
sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando?
Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia
lengua? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en
Mesopotamia, Judea y Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia,
en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros
de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno
los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua".
SEGUNDA
LECTURA: 1Cor 12, 3b-7.12-13.
Pablo nos ofrece la comparación de la Iglesia como un cuerpo
organizado y articulado, donde el Espíritu actúa repartiendo sus gracias, dones
y carismas.
"Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es
Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay
diversidad de ministerios, pero un
mismo Señor; y hay diversidad de funciones,
pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que
el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a
pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros,
judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo
Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu".
Eclo 7, 20:
"No maltrates al criado que cumple con su deber, ni al obrero dedicado a
su trabajo"
- LO SIENTO, señora, LO SIENTO.
- No, gracias, DÉJELO ACOSTADITO NOMÁS.
Ja, ja, ja...
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