Podríamos
decir lo mismo con la expresión: "No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor
sordo que el que no quiere oír". Alguien decía que la terquedad
es el comportamiento casi normal de los ancianos. Pero tal como van las cosas,
yo diría más bien que es el fruto del orgullo, de la soberbia, de la
testarudez, de la "sobradera" de la “panudez", del "sabelotodo",
del engreído, etc. Y para llegar a esta conducta no se necesita ser
anciano. Creo yo que, en la medida del crecimiento de este vicio capital, la
"tozudez", irá creciendo. Su expresión significativa será la del que
está siempre a la defensiva. Por tanto ' su arma preferida será "LA DISCUSIÓN ". Discute quien defiende su
IDEA a "rajatabla", no interesa si lo defendido es bueno o
malo, si es correcto o incorrecto, si es verdad o mentira, etc. Lo importante
es "ganar la disputa". La palabra clave: YO TENGO LA RAZÓN. El soberbio jamás aceptará el diálogo. Dialoga quien escucha, quien empatiza con verdadera humildad, para
descubrir lo bueno que tiene el interlocutor para ACEPTARLO, ASUMIRLO Y HACERLO
SUYO. En el diálogo no hay perdedores, sino ganadores. Quien entra
en diálogo, crece, se enriquece con la verdad del otro y viceversa. Quien discute, "sale peleando".
Quien dialoga, "sale ganando".
Cada día constatamos las consecuencias: Peleas en los matrimonios, en las
asociaciones, en las gerencias, en las asambleas, en los Congresos... La causa:
SE DISCUTE, NO
SE DIALOGA. Por eso, "cada uno sale con la suya”.
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