Fundado: 24-04-1904 Lima, 13-07-2014 / Año 110 - Nº 5727 - 4000 ejemplares

LA TERQUEDAD, FRUTO DEL ORGULLO
Podríamos decir lo mismo con la expresión: "No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír". Alguien decía que la terquedad es el comportamiento casi normal de los ancianos. Pero tal como van las cosas, yo diría más bien que es el fruto del orgullo, de la soberbia, de la testarudez, de la "sobradera" de la “panudez", del "sabelotodo", del engreído, etc. Y para llegar a esta conducta no se necesita ser anciano. Creo yo que, en la medida del crecimiento de este vicio capital, la "tozudez", irá creciendo. Su expresión significativa será la del que está siempre a la defensiva. Por tanto ' su arma preferida será "LA DISCUSIÓN". Discute quien defiende su IDEA a "rajatabla", no interesa si lo defendido es bueno o malo, si es correcto o incorrecto, si es verdad o mentira, etc. Lo importante es "ganar la disputa". La palabra clave: YO TENGO LA RAZÓN. El soberbio jamás aceptará el diálogo. Dialoga quien escucha, quien empatiza con verdadera humildad, para descubrir lo bueno que tiene el interlocutor para ACEPTARLO, ASUMIRLO Y HACERLO SUYO. En el diálogo no hay perdedores, sino ganadores. Quien entra en diálogo, crece, se enriquece con la verdad del otro y viceversa. Quien discute, "sale peleando". Quien dialoga, "sale ganando". Cada día constatamos las consecuencias: Peleas en los matrimonios, en las asociaciones, en las gerencias, en las asambleas, en los Congresos... La causa: SE DISCUTE, NO SE DIALOGA. Por eso, "cada uno sale con la suya”.
LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR nos ayuda a tomar esa actitud de apertura hacia el otro, para saber escucharle, para aceptar con gozo lo bueno que se propone y aportar lo bueno y positivo que se posee. Esta actitud debemos tenerla frente a la PALABRA DE DIOS. Producirá sus frutos en nosotros: el 100%, el 60% o el 30%, en la medida de NUESTRA HUMILDE ACEPTACIÓN.

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