Dos niños fueron dejados solos en casa por unos días, pues sus padres tuvieron que atender unos asuntos fuera de la ciudad. Les gustaba ser independientes, pero detestaban lavar las tazas y platos que usaban en el desayuno, almuerzo y cena. Intentaron apilar todos los platos, vasos y cubiertos sucios dentro del horno después de cada comida. Al final de la semana apenas quedaba espacio. Luego, la noche anterior a que mamá y papá regresaran, se dispusieron a limpiar todo aquello. Tomó horas. ¡Qué avergonzados hubieran quedado si sus padres hubieran regresado antes de los esperado!... como no sabemos exactamente cuándo va a regresar Jesús, no debemos ser perezosos en nuestra vida cristiana. La expectativa de su aparición, que puede suceder en cualquier momento, debería ayudarnos a ser siervos “fieles y prudentes” y a vivir de tal forma que “tengamos confianza y no nos apartemos de Él avergonzados” cuando regrese (cf. Mt 24, 42. 44. 45; 1Jn 2,28). Sí, Jesús vendrá otra vez, tal como lo prometió. ¡Tal vez sea hoy, mañana, en una semana, un mes! ¿Tienes algunos "platos sucios" amontonados de varias semanas, meses o años? Este es el momento de prepararse ¡ahora!, a un encuentro con Jesús, con una buena confesión y un firme propósito para evitar esa flojera de la vida y hacer bien las cosas que tocan directamente nuestra vida de cada día.
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