EN LA CONFESION EXPERIMENTAMOS LA ALEGRIA QUE DERIVA DE LA MISERICORDIA DE DIOS

Benedicto XVI
Comunicad esta alegría que deriva de acoger los dones del Espíritu, dando en nuestra vida testimonio de los frutos del Espíritu Santo: “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí” (Ga 5, 22-23). Así enumera san Pablo en la carta a los Gálatas estos frutos del Espíritu Santo. Recordad siempre que sois “templo del Espíritu Santo”. Dejad que habite en vosotros y seguid dócilmente sus indicaciones, para contribuir a la edificación de la Iglesia (cf. 1Co 12,7) y descubrir cuál es la vocación a la que el Señor os llama. También hoy el mundo necesita sacerdotes, hombres y mujeres consagrados, parejas de esposos cristianos. Para responder a la vocación a través de estos caminos, sed generosos; tratando de ser cristianos coherentes, buscad ayuda en el sacramento de la confesión y en la práctica de la dirección espiritual. De modo especial, abrid sinceramente vuestro corazón a Jesús, el Señor, para darle vuestro “sí” incondicional. Queridos jóvenes, vuestra ciudad está en vuestras manos. A vosotros corresponde embellecerla también espiritualmente con vuestro testimonio de vida vivida en gracia de Dios y lejos del pecado, realizando todo lo que el Espíritu Santo os llama a ser, en la Iglesia y en el mundo. Así haréis visible la gracia de la misericordia sobreabundante de Cristo, que brotó de su costado traspasado por nosotros en la cruz. El Señor Jesús nos lava de nuestros pecados, nos cura de nuestras culpas y nos fortalece para no sucumbir en la lucha contra el pecado y en el testimonio de su amor.

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