Lima, 05-10-2008 / Año 104 - Nº 5425

LA CONVERSION DE PABLO
Benedicto XVI
El mismo nunca habló detalladamente de este acontecimiento, tal vez porque podía suponer que todos conocían lo esencial de su historia, todos sabían que de perseguidor había sido transformado en apóstol ferviente de Cristo. Eso no había sucedido como fruto de su propia reflexión, sino de un acontecimiento fuerte, de un encuentro con el Resucitado. Sin dar detalles, en muchas ocasiones alude a este hecho importantísimo, es decir; al hecho de que también él es testigo de la resurrección de Jesús, cuya revelación recibió directamente del mismo Jesús, junto con la misión de apóstol. ¿Qué quiere decir esto para nosotros? Quiere decir que tampoco para nosotros el cristianismo es una filosofía nueva o una nueva moral. Sólo somos cristianos si nos encontramos con Cristo. Lo encontramos en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oración en la vida litúrgica de la Iglesia.
FORTALEZA Y APOYO
El periódico local informó que una madre está destrozada porque su hijo de 21 años, quien siempre había parecido un joven recto, había sido arrestado por vender droga. La gente que sube sufre tiene una necesidad común: el consuelo que viene de confiar en Dios. Necesita la seguridad de que la tragedia y la aflicción no son una característica de la falta del favor de Dios sino de que él llora con ellos, los ama y nunca dejará a los que son suyos.
DIOS NOS QUIERE ALEGRES
Cuando alguien nos hace un regalo, lo único que espera de nosotros es que nos sintamos alegres. Dios desea que nos sintamos alegres ante los muchos y variados dones y beneficios que a diario recibimos de sus amorosas manos. Un ateo declaró un día a un sacerdote: "Necesito ver a los católicos con caras tristes. Entonces me siento tranquilo y me convenzo una vez más de que Dios no existe. El único momento en que me entran dudas sobre la existencia de Dios es cuando los veo alegres"

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