Lima, 02-11-2008 / Año 104 - Nº 5429

LA PALABRA DE DIOS ES MAS ESTABLE QUE CUALQUIER REALIDAD HUMANA
Benedicto XVI
Hablando humanamente, la palabra, nuestra palabra humana casi no es nada, es un suspiro. En cuanto es pronunciada, desaparece. Pero la palabra humana tiene ya una fuerza increíble. Son las palabras que crean la historia que dan forma a los pensamientos, los pensamientos de los cuales viene la palabra. Es la palabra que forma la historia, la realidad. Con mayor razón, la Palabra de Dios es el fundamento de todo, es la verdadera realidad. Y, para ser realistas, debemos contar precisamente con esta realidad. Debemos cambiar nuestra idea de que la materia, las cosas sólidas que se tocan, serían la realidad más sólida, más segura. En el Sermón de la montaña el Señor habla de las dos posibilidades de construir la casa de nuestra vida: sobre arena o sobre roca. Sobre arena construye quien construye sólo sobre las cosas visibles y tangibles, sobre el éxito, sobre la carrera, sobre el dinero. Pero todo esto un día pasará. Únicamente la Palabra de Dios es el fundamento de toda la realidad, es estable como el cielo y más que el cielo, es la realidad.
SEMILLA DE AMOR
Se construye el mañana, cosechando en el presente lo que ayer se sembró. ¡Si las semillas fueron sanas y de buena calidad, no hay manera de que la cosecha sea mala! Sembrando fe, cosechas convicciones. Sembrando esperanza y cultivando sueños, cosechas realidades. ¡Sembrando amor, cosechas todo eso, y un poco más! ¡Son tantos los caminos! ¡Son tantas las semillas!... Para llegar, a la felicidad completa, sin embargo una es necesaria: ¡la semilla del amor!
SEMBRAR Y DIFUNFIR ALEGRIA CRISTIANA
Hoy deseo confiarles un empeño y una consigna:
- Lleguen a ser ahora y siempre, portadores y transmisores de alegría cristiana. Lleva, sobre todo, la alegría cristiana en tu corazón: alegría que brota de la fe serenamente aceptada e intensamente profundizada, mediante la meditación personal y el estudio de la Palabra de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia.
-La alegría cristiana es dinámicamente vivida en la unión con Dios en Cristo, en la oración y en la práctica constante de los sacramentos, especialmente de la eucaristía y de la reconciliación. Lleva la alegría cristiana al ambiente en que vives normalmente, esto es, a tu familia y amigos a tu centro de estudio o de trabajo.

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