Lima, 02-11-2008 / Año 104 - Nº 5429

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
Hermanos ayer hemos celebrado el triunfo de Cristo en sus santos, los que ya alcanzaron la meta. Hoy conmemoramos a los fieles difuntos. Esta celebración es una expresión de la conciencia que tiene la comunidad cristiana de la comunión existente entre los vivos y los difuntos, una comunión profunda, espiritual con lazos muy estrechos surgidos por la participación en la misma fe, el mismo espíritu y la misma vida. Por eso la oración y sobre todo la celebración de la Misa, es el mejor regalo que podemos hacer todavía a nuestros difuntos.
1ª LECTURA: Job 19, 1.23-27a
YO SE BIEN QUE MI DEFENSOR ESTA VIVO
La primera lectura está tomada del libro de Job, éste hombre nos enseña a saber confiar plenamente en Dios, a pesar de todo los que nos pueda suceder, Él es garantía de vida.
SALMO: 24, 6-7bc.17-18.20-21
Respondemos: "A ti, señor, levanto mi alma"
2ª LECTURA: Filipenses 3, 20-21
EL TRANSFORMARA NUESTRO CUERPO EN UN CUERPO GLORIOSO

Nuestra vida humana unida a la de Cristo por nuestro bautismo, hará que un día también nuestro cuerpo humano sea glorificado con el del Señor Jesús.
EVANGELIO: Marcos 15, 33-39; 16, 1-6
JESUS, DANDO UN FUERTE GRITO, EXPIRO

Jesús, verdaderamente se hizo en todo semejante a nosotros, muere en la cruz, es sepultado como cualquier ser humano, para enseñarnos que la meta de la vida humana, que pasa por la sepultura se abre a la Pascua: de la muerte a la vida verdadera.



LA MUERTE NO NOS PUEDE DIVIDIR
A pesar de que los escritores y filósofos han hecho lo mejor que han podido para introducir argumentos ponderables a favor de la vida después de la muerte, no han logrado consolar los corazones que sufren, que sienten ansiedad. Jesús no presenta ningún argumento filosófico. No trata de demostrar la racionalidad de la inmortalidad; sino simplemente la declara. Habla de lo que conoce y contesta con la autoridad del cielo: Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá" (Jn 11, 25) Esta resurrección tiene dos aspectos. El cuerpo de los creyentes será resucitado, y su espíritu vivirá en el cielo. ¿Qué significa esto para los creyentes afligidos cuyos seres queridos han muerto? La muerte no hace desaparecer el amor que sentimos por ellos, pues el amor pertenece al espíritu y no al cuerpo. Y cuando aquellos a quienes amamos mueren, sus pensamientos pueden cubrir la distancia como si fuera un paso, y su amor nos envuelve como si ellos estuvieran a nuestro lado. ¿Estás triste por alguien que ha sido llamado al hogar celestial? Jesús promete que un día estaremos reunidos, cuando Dios nos haga partícipe de su misma vida; pues Cristo ha reemplazado la oscura puerta de la muerte con la resplandeciente puerta de la vida.

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