Lima, 09-11-2008 / Año 104 - Nº 5429

PONER REMEDIO A LA IGNORANCIA DE LAS ESCRITURAS
Cardenal Marc Ouellet
Desde el principio, tenemos que partir del misterio de Dios tal como nos ha sido revelado a través de las Sagradas Escrituras. El Dios de la Revelación es un Dios que habla, un Dios que es Él mismo la Palabra y que se da a conocer a la humanidad de muchas maneras (cf. Hb1,1). Gracias a la Biblia, la humanidad es consciente de que Dios la interpela; el Espíritu le concede escuchar y acoger la Palabra de Dios, llegando a ser de esta manera Asamblea, la comunidad reunida por la Palabra. Esta comunidad de creyentes recibe su identidad y su misión de la Palabra de Dios que la funda, la alimenta y la compromete al servicio del reino de Dios. Así pues, la Palabra de Dios significa ante todo a Dios mismo que habla, que expresa en sí mismo el Verbo divino que pertenece a su misterio íntimo. Esta Palabra divina es el principio generador de todas las cosas, ya que "sin ella no se hizo nada de cuanto existe" (Jn1,3). Habla múltiples lenguas, especialmente la de la creación material, de la vida y del ser humano. "en ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Jn1,4). También habla de una manera particular mediante la elección, precisamente mediante la elección de un pueblo, la ley de Moisés y los profetas. Por último, después de haber hablado de muchas maneras (cf. Hb1,1), resume y corona todo de una manera única, perfecta y definitiva en Jesucristo. "El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Jn1,14)
UN MODELO DE EVANGELIZACION DE LOS JOVENES
Acercar hoy la Palabra de Dios al mundo juvenil, partiendo del relato de Emaús. Ese episodio es un modelo de evangelización. La inesperada conclusión del viaje a Emaús fue el regreso a Jerusalén, para encontrarse de nuevo con la comunidad de los discípulos. La Palabra había iluminado su vida, pero no abrió los ojos ni el corazón al reconocimiento de Cristo resucitado. Hoy los jóvenes comparten pocas cosas con estos discípulos, pero quizás ninguna tanto como la frustración de sus sueños, el cansancio en la fe y el desencanto en el discipulado. Los jóvenes necesitan una Iglesia que se acerque a ellos donde se encuentran. Como Cristo, su Iglesia debe ayudarles a releer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios. Para recuperarles a la fe, tiene que volver a dar a la Palabra el papel de guía soberana de su existencia. Llegados a Emaús, los discípulos todavía no habían llegado al conocimiento personal de Jesús. Lo que Jesús no logró hacer acompañándoles o con la conversación, con la interpretación de la Palabra de Dios, se cumplió con el gesto eucarístico.
ITINERARIO PARA LA ALEGRIA
Sonríe:
Cuanto más a menudo, mejor. La sonrisa alegra tu corazón, te conserva el buen humor, guarda la paz de tu alma, preserva tu salud, calma tus nervios y embellece tu rostro.
Había de la alegría: Es una forma de reforzar tus convicciones al respecto. Asegúrate de que has escogido el buen camino y, una vez hecho esto, sigue adelante sin volver la vista atrás.
Fíjate en el lado bueno de las cosas: Por encima de las nubes negras de la vida reverbera siempre la claridad de Dios. No te lamentes de que las rosas estén rodeadas de espinas, sino más bien alégrate y regocíjate pensando en que algo tan prosaico como las espinas merezca gozar de la compañía de algo tan delicioso como son las rosas.
Derrama felicidad: la felicidad es un perfume que nadie puede derramar sobre los otros sin que caiga alguna gota sobre él,
Piensa cosas agradables: Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella.

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