Lima, 18-01-2009 / Año 105 - Nº 5440

SEGUNDO DOMINGO - TIEMPO ORDINARIO
Una vez más hermanos, nos encontramos convocados por el Señor, en este domingo. Somos los discípulos de Cristo, los que hemos escuchado su invitación y le hemos seguido. Cuando la Palabra del Señor cae sobre un hombre, es para buscar una respuesta, para encontrar en ese hombre una adhesión y un compromiso total.
PRIMERA LECTURA: 1 Samuel 3, 3b-10.19
HABLA SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA
Samuel es un ejemplo de hombre frente a Dios. Dios le habla; y toda la vida del profeta será una consecuencia de su primer compromiso: "Habla Señor, que tu siervo escucha."
SALMO 39, 2 y 4ab.7.8-9. 10
Respondemos: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad"
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 6, 13c-15a.17-20
SUS CUERPOS SON MIEMBROS DE CRISTO
El contacto con el Señor nos santifica, hace de nosotros nuevas criaturas, nos convierte en templos vivos de Dios.
EVANGELIO: Juan 1, 35-42
VIERON DONDE VIVIA Y SE QUEDARON CON EL
A hora es Cristo quien nos trata directamente de "discípulos" a quienes Él llama para estar atentos a sus Palabras. El es un Maestro que da sabiduría a sus discípulos para que vivan sus vidas según ésta.
VER TU HERMANO
Un viejo rabino, preguntó a sus discípulos: "Quien de vosotros sabría decirme, ¿en qué modo se puede distinguir el momento preciso en que termina la noche y se hace de día?
Yo diría -respondió prontamente un alumno- cuando, viendo un animal a distancia se puede distinguir si es una oveja o un perro. ¡No! - respondió el Rabino. Podría ser el inicio del día -dijo otro- cuando viendo a lo lejos un árbol, se puede decir si es un ficus o un eucalipto. Todos los alumnos dijeron: ¿Cómo será posible entender cuándo termina la noche y cuándo se inicia el día? ¿Cuándo?- respondió solemnemente el Rabino - Cuando mirando el rostro de un hombre cualquiera ves que es tu hermano: porque si no logramos a hacer esto, sea la hora que fuere en el día, siempre será noche.
DON BOSCO SACERDOTE

El clérigo Bosco no ponía menos empeño en el estudio que era para él cosa tan sagrada como la virtud. Sabía utilizar todos los retazos de tiempo, y sobre todo aprovechaba todo el tiempo disponible, estudiando seriamente los distintos textos de clase y las distintas disciplinas obligatorias, grabando en su memoria definiciones, cánones, tesis, demostraciones, que debían ser después la médula de toda su predicación y de su obra de escritor, sencilla y llana en la forma, pero enjundiosa y profundamente instructiva en la sustancia.

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