Fundado: 24-04-1904 Lima, 01-03-2009 / Año 105 - Nº 5446 - 4000 ejemplares

JESUS ES TENTADO EN EL DESIERTO
MARCOS 1, 12-15
§ Comenzamos un nuevo tiempo litúrgico que tiene mucho que ver con el itinerario humano espiritual del ser humano sobre la tierra: La Cuaresma. Un camino en el que se entrelazan luchas, alegrías y sufrimientos, realismo y sueños... anhelos de superación y felicidad. Los símbolos que ilustran los textos litúrgicos son, fundamentalmente, el Éxodo, el Desierto y la Alianza, los cuales encierran ese difícil y, a la vez, gratificante existir, sostenido por una Promesa que conduce al encuentro y la plenitud. Celebramos lo esencial de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Jesús que evoca nuestra condición humana de muerte-vida.
§ Jesús, nuestro Hermano, nos alienta. Se hace bautizar, comienza su vida pública y se incorpora a la humanidad. Se oye la voz del Padre. "El Espíritu lo empuja hacia el desierto" Permanece allí cuarenta días; y es tentado por Satanás con los tres atractivos: placer, riqueza y poder. Jesús lo rechaza y ora, y los ángeles lo sirven. Con El siempre venceremos porque está por encima de todas las fuerzas que quieren hundirnos. "El llevó nuestros pecados en su cuerpo para que, muertos al pecado, viviéramos"
§ Jesús, en el Bautismo, nos da el arca para salvarnos del Nuevo diluvio. La penitencia nos da madurez para reponer los valores cristianos. Está cerca el Reino de Dios. Hay que cambiar radicalmente. No decir "quisiera cambiar"; sino "quiero cambiar"
§ Es necesario convertirse. "Conversión" es la palabra propia de la Cuaresma. Conversión quiere decir: priorizar los bienes de la Pascua y no poner nuestro corazón en los que con tanta insistencia ofrece la sociedad y "nos pide el cuerpo". Bienes de la Pascua que, por otra parte, son los propios de la condición humana. Somos seres humanos en la medida que optamos por ellos. Ahora bien toda opción exige renuncia a lo que es contrario a esa opción libre o entorpece su realización.

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