Lima, 01-03-2009 / Año 105 - Nº 5446

MENSAJE DE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2009 ( Extracto )
"JESUS, DESPUES DE HACER UN AYUNO DURANTE CUARENTA DIAS Y CUARENTA NOCHES, AL FIN SINTIO HAMBRE" Mateo 4, 2
En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública: "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4, 1-2)
Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: "De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio" (Gn 2, 16-17). El ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Lo hicieron los habitantes de Nínive diciendo:
"A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecernos (3, 9). El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que "ve en lo secreto y te recompensará" (Mt 6, 18).
En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una "terapia" para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios.
Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna.
Que nos acompañe la Beata Virgen María y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en "tabernáculo viviente de Dios".

CUANDO LA VIDA NO TIENE SENTIDO
Desafortunadamente existen algunos jóvenes que no han encontrado un significado para sus vidas. Son muchachos y muchachas que no tienen ideas ni metas. Pasan los días y los meses sin hacer algo que valga la pena, perdiendo miserablemente el tiempo. Cuando se dan cuenta de su vida inútil, entonces se llenan de angustia, depresión y desesperación. Algunos terminan suicidándose. Es un camino equivocado. Por error, muchos ponen el sentido de su vida en algo que es inferior a sus cualidades personales, como por ejemplo en tener y acaparar antes que en el ser más persona. Son los nuevos dioses del mundo de hoy: el poder, el dinero y el placer.

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