Lima, 05-04-2009 / Año 105 - Nº 5451

DOMINGO DE RAMOS
Empieza hoy la Semana Santa. No somos simples observadores que miran desde fuera los acontecimientos pascuales.
¡Somos protagonistas! Con Jesús hacemos experiencia del Amor. En este Domingo de Ramos celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén. El pueblo lo aclama. Es nuestro Rey, el verdadero Rey que nos va a introducir en pos de Él en el Reino de los Cielos. En esta liturgia también seremos testigos de la Pasión del Señor: calumnia, insulto, incomprensión, injusticia, violencia, dolor. Situaciones humanas que siguen repitiéndose en nuestra historia. Y que, sin embargo, tenemos que enfrentar valientemente con los ojos fijos en Cristo, maestro y modelo de la humanidad, reconciliada por su cruz en el Amor.
PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 4-7
NO ME TAPE EL ROSTRO ANTE LOS ULTRAJES, SABIENDO QUE NO QUEDARIA DEFRAUDADO
La primera lectura bíblica nos habla del Siervo de Dios, un profeta cuyo destino anunciaba misteriosamente la Pasión y la Resurrección de Cristo. En los momentos difíciles de nuestra vida, el recuerdo de sus sufrimientos nos alentará. Escuchemos al profeta Isaías.
SALMO RESPONSORIAL: 21
Respondemos:
Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 2, 6-11
SE REBAJO, POR ESO DIOS LO LEVANTO SOBRE TODO
Cristo se hizo voluntariamente el último y humilde servidor de todos. La humillación es el primer paso de la glorificación. Escuchemos este hermoso himno de la Iglesia primitiva que canta el misterio pascual de Cristo.
EVANGELIO: Marcos 14, 1-15, 47
PRETENDIAN PRENDER A JESUS A TRAICION Y DARLE MUERTE
El evangelio de este Domingo es el relato de la pasión de Jesús según el evangelista Marcos. Es quizás el primer relato de la pasión que ha llegado a nosotros. Es el relato evangélico en el que aparece con más crudeza la pasión y muerte de Jesús. El relato en el que a su "agonía" en la oración del Huerto, a su tortura que aparece en todos los evangelistas, se une el "abandono" de Dios, "Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado". En el que nadie aparece estar de su parte, ni el buen ladrón, ni las mujeres de Jerusalén ni la mujer de Pilatos... Sólo, tras la muerte, se relata la confesión del soldado y a unas mujeres que "miraban desde lejos".
JUEVES SANTO
La Eucaristía es el sacramento por excelencia. En él celebramos el memorial de la vida de Jesús: su entrega hasta la muerte por amor. Él está realmente presente en su cuerpo roto y en su sangre derramada, para proclamar que el Amor es el único mandamiento, en el que se resumen todos. Al celebrar este sacramento, la Iglesia es edificada como una comunión fraternal y es confirmada en su misión de servir al mundo. El Jueves Santo, centrado en la institución de la Cena del Señor, es una ocasión única para que los creyentes admiremos el amor de Cristo y revisemos nuestra actitud de servicio fraternal.
PRIMERA LECTURA: Éxodo 12, 1-8.11-14
PRESCRIPCIONES SOBRE LA CENA PASCUAL
El rito de la cena pascual marcaba para los judíos el momento cumbre del año. Era su fiesta nacional, aniversario de la liberación. Esta narración del Éxodo anuncia la única y definitiva Pascua: la de Cristo Jesús.
SALMO RESPONSORIAL: 115
Respondemos:
El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.
SEGUNDA LECTURA: 1ª Corintios 11, 23-26
CADA VEZ QUE USTEDES COMEN Y BEBEN, ANUNCIAN LA MUERTE DEL SEÑOR
San Pablo, iluminado por el Espíritu Santo, nos presentará el sentido de la entrega del Señor y su presencia viva y vivificante entre nosotros, su nuevo pueblo, cada vez que celebramos la Eucaristía.
EVANGELIO: Juan 13, 1-15
LOS AMO HASTA EL EXTREMO
Jesús determina, con su acción del lavatorio, cuál ha de ser el principio fundamental que presida la vida de esa Iglesia: el amor y el servicio recíprocos.
EL LAVATORIO DE LOS PIES
LES HE DADO EJEMPLO PARA QUE LO QUE YO HE HECHO CON USTEDES, USTEDES TAMBIEN L0 HAGAN.
Jesús, el día antes de su pasión, mientras cenaba con sus discípulos, se levantó de la mesa y les lavó los pies. Aquel era un signo de todo lo que su vida había significado, de todo lo que su muerte iba a significar: él había amado totalmente, había dado totalmente su vida al servicio de los demás.

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