Lima, 19-04-2009 / Año 105 - Nº 5453




"LA RESURRECCION DEL SEÑOR ES NUESTRA ESPERANZA"
Bendicto XVI
A todos vosotros dirijo de corazón la felicitación pascual con las palabras de san Agustín: "Resurrectio Domini, spes nostra", "la resurrección del Señor es nuestra esperanza". Con esta afirmación, el gran Obispo explicaba a sus fieles que Jesús resucitó para que nosotros, aunque destinados a la muerte, no desesperáramos, pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida; Cristo ha resucitado para darnos la esperanza.
En efecto, una de las preguntas que más angustian la existencia del hombre es precisamente ésta: ¿qué hay después de la muerte? Esta solemnidad nos permite responder a este enigma afirmando que la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la Vida la que triunfa. Nuestra certeza no se basa en simples razonamientos humanos, sino en un dato histórico de fe: Jesucristo, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo glorioso. Jesús ha resucitado para que también nosotros creyendo en Él, podamos tener la vida eterna. Este anuncio está en el corazón del mensaje evangélico, San Pablo lo afirma con fuerza: "Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo". Y añade: "Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados" (1 Co 15, 14.19).
Por tanto, la resurrección no es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba.
El anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en que vivimos. Me refiero particularmente al materialismo y al nihilismo, a esa visión del mundo que no logra trascender lo que es constatable experimentalmente, y se abate desconsolada en un sentimiento de la nada, que sería la meta definitiva de la existencia humana. En efecto, si Cristo no hubiera resucitado, el "vacío" acabaría ganando. Si quitamos a Cristo y su resurrección, no hay salida para el hombre, y toda su esperanza sería ilusoria. Pero, precisamente hoy, irrumpe con fuerza el anuncio de la resurrección del Señor, que responde a la pregunta recurrente de los escépticos, referida también por el libro del Eclesiastés: "¿Acaso hay algo de lo que se pueda decir: "Mira, esto es nuevo?" (Qo 1,10). Sí, contestamos: todo se ha renovado en la mañana de Pascua. Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta. Ésta es la novedad. Una novedad que cambia la existencia de quien la acoge, como sucedió a los santos. A Él, Rey victorioso, a Él, crucificado y resucitado, gritamos con alegría nuestro Alleluia.
SOR FAUSTINA Y LA DEVOCION A LA DIVINA MISERICORDIA
El 22 de febrero de 1931, santa Faustina Kowalska, religiosa polaca de la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios, ella lo anota así
en su diario: "Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad. Después de un rato, Jesús me dijo: «Pinta una imagen Mía, según la visión que ves, con la inscripción: "Jesús, yo confío en Ti". Yo deseo que esta Imagen sea venerada, primero en tu capilla y después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte. Yo el Señor la defenderé como a Mi propia Gloria.»
"Los dos rayos significan Sangre y Agua -el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundos de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fue abierto por una lanza en la Cruz... Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí. "
Además de la devoción del cuadro del Señor de la Divina Misericordia durante estos años de revelaciones, el Señor le enseñó otros actos de devoción: hora de Misericordia (a las 3 p.m.), coronilla de la Divina Misericordia, novena de la Divina Misericordia y la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia que este domingo celebramos en toda la Iglesia Católica.
UN POCO DE HISTORIA
El Vapor "Lautaro", en el cual venían los Hermanos y las Hermanas desde Panamá, se anunció que llegaría el lunes por la mañana. ¡Imagine mi alegría! Acompañado por el Sr. Presidente Candamo, el Secretario de la Beneficencia Sr. Manuel Jorge Ezeta y un socio de la misma, y por el Superior de los Lazaristas, R. P. Mivielle, que nos quisiera siempre a su lado, partimos con el primer tren, a las 8 a.m., para el Callao. Fuimos a la Capitanía, y... otro contratiempo: el "Lautaro", habiendo tocado Guayaquil, donde había muerto uno de fiebre amarilla, debía quedar en cuarentena!" Pudimos solucionar el impase "y, pude apretar entre mis brazos a los queridísimos y esperados Hermanos, Don Pane, Don Terzuolo, y Sciolli y dar la bienvenida a las 9 Hijas de María Auxiliadora." (Crónica del Padre Antonio Riccardi, primer director de los Salesianos en Perú).

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