Lima, 03-05-2009 / Año 105 - Nº 5455

CUARTO DOMINGO DE PASCUA
Hoy es el cuarto domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor, que la Iglesia ha escogido como Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El Evangelio nos recuerda, con la parábola del Buen Pastor, que Jesús sigue siendo el Pastor de la Iglesia y que todos los que en la Iglesia se dicen pastores deben actuar en su nombre. Esta Eucaristía la realiza Jesús mismo por medio de nosotros. Él rinde alabanza al Padre. Él presenta las súplicas de la Iglesia. Él nos prepara una mesa en la que él mismo es el alimento.
PRIMERA LECTURA: Hechos de los apóstoles 4, 8-12
NINGUN OTRO PUEDE SALVAR
Pedro frente a los jueces del gran Consejo responde de un extraño delito: sanó a un lisiado en nombre de Jesús. Es la ocasión para el Apóstol de proclamar su fe en el poder de la resurrección que está en Cristo.
SALMO RESPONSORIAL: 117
Respondemos: "Es el Señor quien lo ha hecho"
SEGUNDA LECTURA: 1ª Juan 3, 1-2
VEREMOS A DIOS TAL CUAL ES
Escuchemos algunas frases fulgurantes del apóstol Juan que iluminan nuestra condición humana. Juan nos dice que somos hijos de Dios, que un día eso se verá y que llegaremos a ser semejantes a Él.
EVANGELIO: Juan 10, 11-18
EL BUEN PASTOR DA LA VIDA POR LAS OVEJAS
La proclamación del Evangelio nos hace presente a Cristo resucitado. Jesús nos da a conocer su misión. Él es el bien, el verdadero pastor. Viene a congregar las ovejas dispersas. Las guía, las conduce en lugar seguro, se encarga de alimentarlas, y se entrega totalmente a ellas hasta dar su vida por ellas.
LA PATERNIDAD HUMANA
Uno de los modos de conocer la paternidad de Dios es la comparación con la paternidad humana. La palabra paternidad hace referencia a la calidad de padre, con todo lo que esta calidad indica: origen, amor, servicio, ayuda, solicitud, desarrollo, educación y enseñanza de los hijos. Padre significa una relación esencialmente amorosa que hace de todos sus hijos hombres honrados y de provecho. La satisfacción de los padres es ver que sus hijos son honrados, buenos cristianos y de provecho en la sociedad. Esta maravillosa paternidad humana es un pálido reflejo de la amorosa y maravillosa paternidad de Dios sobre todos sus hijos, los hombres.
Si el padre de la tierra es bueno con sus hijos ¿qué podemos pensar y decir del Padre del Cielo? la reflexión sobre el camino de la paternidad humana, lleva a descubrir la maravillosa paternidad de Dios.
El Evangelio nos dice: "Pero si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre del Cielo dará el Espíritu a los que se lo piden" (Lc 11,13)
DON BOSCO Y LA DEVOCION A LA VIRGEN
En el Oratorio de Don Bosco no debía hacerse nada sino en el nombre de María, "la más santa, la más amable de las criaturas, la gran Madre de Dios, siempre pura e inmaculada". María, omnipresente en la vida de Don Bosco, es la Maestra, la Guía, la Pastorcilla, la Señora, la Reina de sus sueños; para él será siempre, en todo y sobre todo, la Madre del Salvador y de la Iglesia, la Inmaculada toda pura y llena de gracia, la poderosa Auxiliadora de los cristianos.
Don Bosco siempre se dirigió a María, especialmente en las encrucijadas más decisivas de su vida, con la confianza y la seguridad de un hijo con su madre.
Cuando besaba la medalla o estampa de la Virgen, quien lo miraba podía tener la impresión de que besaba a una persona viva. La devoción de Don Bosco hacia la Madre puede ser vista desde ángulos diversos. Sabemos que él pasó por experiencias marianas diversas: fue devoto de la Virgen del Castillo, de la Dolorosa, de la Virgen de la Escala, de la del Santo Rosario, de la Inmaculada, de la Consolata... La fiesta del 8 de diciembre permanece central en su metodología pastoral y pedagógica: "Somos deudores de todo a María: todas nuestras obras más importantes comenzaron en el día de la Inmaculada".

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