Lima, 17-05-2009 / Año 105 - Nº 5457


BENEDICTO XVI EN LA BASILICA DE LA ANUNCIACION DE NAZARETH
Lo que sucedió aquí en Nazareth, lejos de la mirada del mundo, fue un acto singular de Dios, una potente intervención en la historia a través de la cual, un niño fue concebido para traer la salvación al mundo entero.
El prodigio de la Encarnación continúa desafiándonos a abrir nuestra inteligencia a las ilimitadas posibilidades del poder transformador de Dios, de su amor por nosotros, de su deseo de estar en comunión con nosotros.
El Espíritu que "descendió sobre María" (cf. Lc 1,35) es el mismo Espíritu que se aleteó sobre las aguas en los albores de la Creación (cf. Gn 1,2). Esto nos recuerda que la Encarnación fue un nuevo acto creativo. Cuando Nuestro Señor Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María, Dios se unió con nuestra humanidad creada, entrando en una permanente nueva relación con nosotros e inaugurando la nueva Creación. El relato de la Anunciación ilustra la extraordinaria gentileza de Dios. Él no se impone a sí mismo, no predetermina sencillamente la parte que María tendrá en su plan de salvación: él busca ante todo su ascenso. En la creación original obviamente no era cuestión que Dios pidiera el consentimiento de sus criaturas, pero en esta nueva Creación él lo pide. María está en el puesto de toda la humanidad. Ella había por todos nosotros cuando responde a la invitación del ángel.
Reflexionar sobre este alegre misterio nos da esperanza, la segura esperanza de que Dios continuará conduciendo nuestra historia, actuando con poder creativo para realizar los objetivos que serían imposibles para el cálculo humano.
¡Tengan el valor de ser fieles a Cristo y permanecer aquí en la tierra que Él santificó con su presencia! Como María, ustedes tienen un papel que jugar en el plan divino de la salvación, llevando a Cristo en el mundo, dando testimonio de Él y difundiendo su mensaje de paz y unidad.
Queridos amigos en Cristo, estén seguros que yo continuamente les recuerdo en mi oración, y les pido hacer lo mismo por mi. Dirijámonos ahora a nuestro Padre celestial, que en este lugar miró la humildad de su sierva, y cantemos sus alabanzas en unión con la Bienaventurada Virgen María, con los coros de los ángeles.

VOLUNTARIAS DE DON BOSCO (VDB) - 92 ANIVERSARIO
Fue fundado por el beato Felipe Rinaldi, tercer sucesor de Don Bosco. Este gran animador de movimientos laicales, animó y dirigió aquel grupo juvenil fervoroso de muchachas -las Celadoras de María Auxiliadora- que, inspirándose en Don Bosco, se propuso desde 1910 unir los dos ideales de vida consagrada y de apostolado en el mundo para el bien de la juventud. Fue el inicio del “Instituto Secular de las Voluntarias de Don Bosco” (VDB). La fecha oficial de fundación es el 20 de mayo de 1917.
Las voluntarias de don Bosco son laicas consagradas que viven la espiritualidad salesiana y están plenamente inmersas entre la gente, empeñadas en las ocupaciones ordinarias, en las diversas actividades profesionales para hacer presente el amor de Dios en todos los ambientes seculares. Sensibles a los signos de los tiempos y atentas a las exigencias del territorio en el cual viven, quieren llevar la alegría, vivir auténticamente los valores humanos y cristianos, poner su vida al servicio de todos, especialmente de los jóvenes, los pobres, etc. Consagradas con la profesión de los consejos evangélicos vividos en el mundo, hacen votos de castidad, pobreza y obediencia y se empeñan para ser testimonios de la radicalidad del amor. Quieren ser como la sal que da sabor, como la levadura que se esparce en la masa pero hace bueno el pan. Alimentadas de una profunda vida de oración, ponen particular atención a los jóvenes y a los pobres, empeñándose por ellos con la misma pasión de Don Bosco. No hacen vida común, pero viven en comunión de vida, formando grupos de referencia en los cuales se encuentran, se forman, se sostienen mutuamente.

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