Lima, 07-06-2009 / Año 105 - Nº 5460

ORACION, TRABAJO Y CULTURA
BENEDICTO XVI EN SU VISITA A LOS MONJES BENEDICTINOS
Escuchamos el eco en nuestra celebración del llamamiento de san Benito a mantener el corazón en Cristo, a no anteponer nada a Él. Esto no nos distrae, por el contrario, nos lleva a comprometernos aún más por construir una sociedad en la que la solidaridad se exprese con signos concretos. Pero, ¿cómo? La espiritualidad benedictina propone un programa evangélico sintetizado en la máxima: ora et labora et lege, la oración, el trabajo, la cultura. Ante todo la oración, que es la herencia más bella dejada por san Benito a los monjes, pero también a vuestra Iglesia. La oración es la senda silenciosa que nos lleva directamente al corazón de Dios; es la respiración del alma que nos vuelve a dar paz en las tempestades de la vida. Además, siguiendo la enseñanza de san Benito, los monjes siempre han cultivado un amor especial por la Palabra de Dios en la lectio divina, que se ha convertido hoy en patrimonio común de muchos.
Otro punto básico de la espiritualidad benedictina es el trabajo. Humanizar el mundo laboral es algo típico del alma del monaquismo. Sé que la situación de muchos obreros es sumamente crítica. Expreso mi solidaridad a quienes viven en una precariedad preocupante, a los trabajadores en el paro o incluso despedidos.
Por último, pertenece a vuestra tradición también la atención por el mundo de la cultura y de la educación. En vuestra Abadía, se toca con la mano el "quaerere Deum", es decir, el hecho de que la cultura europea ha sido la búsqueda de Dios y la disponibilidad para escucharle. Y esto también es válido en nuestro tiempo. Sé que estáis trabajando con este espíritu en la Universidad y en las escuelas, para que se conviertan en laboratorios de conocimiento, de investigación, de pasión por el futuro de las nuevas generaciones. En el actual esfuerzo cultural orientado a crear un nuevo humanismo, fieles a la tradición benedictina, pretendéis justamente subrayar también la atención por el hombre frágil, débil, por las personas discapacitadas y los inmigrantes. Y os doy las gracias por darme la posibilidad de inaugurar hoy la “Casa de la caridad”, donde se construye con los hechos una cultura atenta a la vida.
Queridos hermanos y hermanas: no es difícil percibir que vuestra comunidad, esta porción de Iglesia que vive alrededor de Montecassino, es heredera y depositaria de la misión, impregnada por el espíritu de san Benito, de proclamar que en nuestra vida nadie ni nada deben quitar a Jesús el primer puesto; la misión de construir, en el nombre de Cristo, una nueva humanidad caracterizada por la acogida y la ayuda a los más débiles. Que os ayude y acompañe vuestro santo patriarca, con santa Escolástica, su hermana; que os protejan los santos patronos y sobre todo María, Madre de la Iglesia y Estrella de nuestra esperanza. ¡Amén!
UN POCO DE HISTORIA
A los 15 años de la llegada de los Salesianos al Perú, por intermedio del Excelentísimo Monseñor Angel Scapardini, Internuncio de S.S. Benedicto XV, el Padre José Reyneri, recibe una comunicación Nº 18,862 fechada el 28 de Julio de 1916, del Secretario de Estado Vaticano Padre Cardenal Gasparri por la que el Santo Padre Benedicto XV, expresa su satisfacción por la iniciativa de erigir un templo en honor de María Auxiliadora, y envía “la implorada Bendición Apostólica a V.R., a sus egregios hermanos” y a todos los allegados a la obra salesiana en Lima. Podemos imaginar con cuánta alegría fue recibida la noticia de esta Bendición Apostólica para todos los comprometidos en la erección de Templo a la Madre María Auxiliadora.

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