Lima, 31-05-2009 / Año 105 - Nº 5459

SECUENCIA
Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén
UN POCO DE HISTORIA
Cuando los Salesianos se trasladaron del Rímac a Breña, se tuvo que construir todo. Y se pudo hacer gracias a la generosidad de Monseñor Isidoro del Valle que modificó su testamento donando parte importante de su patrimonio para comprar la propiedad de Breña. Nos narran las memorias que era emocionante ver a los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios, sacrificando sus recreos para ayudar a cargar los adobes y demás materiales para ir levantando, sobre todo la primera Iglesia. También se recuerda cómo Monseñor del Valle, emocionado, derramó algunas lágrimas al ver que su ayuda había servido para auxiliar a tantos jovencitos que de otra manera no habrían recibido ninguna formación, y podrían haber sido delincuentitos y ahora se encaminaban a ser «buenos cristianos y honrados ciudadanos".
EL PAPEL DE LA MUJER EN LA PROMICION DE LOS DERECHOS HUMANOS
Cada día percibimos nuevas amenazas contra la vida, especialmente en sus fases más vulnerables. Aunque la justicia exige que sean denunciadas como violación de los derechos humanos, también deben suscitar una respuesta positiva y concreta. El reconocimiento y el aprecio del plan de Dios para las mujeres en la transmisión de la vida y en la educación de los hijos es un paso constructivo en esa dirección. Además, dada la notable influencia de las mujeres en la sociedad, es necesario animarlas a aprovechar la oportunidad de defender la dignidad de la vida mediante su compromiso en la educación y su participación en la vida política y civil. En efecto, al haber sido dotadas por el Creador con una "capacidad única de acogida del otro", las mujeres desempeñan un papel crucial en la promoción de los derechos humanos, porque sin su voz se vería debilitado el tejido social.
Al reflexionar sobre el papel de la mujer en la promoción de los derechos humanos, os invito a recordar una tarea sobre la que he llamado la atención en muchas ocasiones, a saber, la de corregir la idea errónea según la cual el cristianismo sería solamente un conjunto de mandamientos y prohibiciones. El Evangelio es un mensaje de alegría que anima a hombres y mujeres a gozar del amor conyugal; lejos de reprimirlo, la fe y la moral cristianas lo hacen sano, fuerte y verdaderamente libre. Este es el significado exacto de los diez Mandamientos: no son una serie de "no", sino un gran "sí" al amor y a la vida.
Espero sinceramente que vuestros debates de los próximos dos días se traduzcan en iniciativas concretas para salvaguardar el papel indispensable de la familia en el desarrollo integral de la persona humana y de toda la sociedad. El genio de la mujer para movilizar y organizar, la dota de la habilidad y las motivaciones necesarias para desarrollar redes en continua expansión para el intercambio de experiencias y la generación de nuevas ideas. Los logros de la Alianza mundial de mujeres en favor de la vida y la familia, y de la Unión mundial de organizaciones femeninas católicas, son un magnífico ejemplo de esto, y animo a sus miembros a perseverar en su generoso servicio a la sociedad. Ojalá que el radio de vuestra influencia siga creciendo a nivel regional, nacional e internacional para la promoción de los derechos humanos basados en el sólido fundamento de matrimonio y la familia.
Benedicto XVI

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