Lima, 02-08-2009 / Año 105 - Nº 5468

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Escuchando el llamado de Dios nuestro Padre, hemos venido a esta Eucaristía dominical porque esperamos mucho del Señor. No faltan dificultades y necesidades ánimo y fuerza. Busquemos aquí y ahora el alimento que mantiene y desarrolla la verdadera vida.
PRIMERA LECTURA: Exodo 16, 2-4.12-15
YO HARE LLOVER PAN DEL CIELO
Acojamos la Palabra de Dios en nuestra vida, para reavivar en nosotros el hambre de un alimento que puede satisfacernos plenamente.
SALMO: 77, 3 y 4bc. 23-24.25 y 54
Respondemos: "El Señor les dio un trigo del cielo"
SEGUNDA LECTURA: Efesios 4, 17. 20-24
REVISTANSE DE LA NUEVA CONDICION HUMANA, CREADA A IMAGEN DE DIOS

Pablo escribe: debemos vivir la nueva vida en Cristo. Para ello debemos despojarnos del hombre viejo y revestirnos del nuevo. Tal es la exigencia de nuestro bautismo.
EVANGELIO: Juan 6, 24-35
EL QUE VIENE A MI NO PASARA HAMBRE Y EL QUE CREE EN MI NUNCA PASARA SED
El pueblo, que anhela su bienestar, busca más bien el pan del milagro que al autor del milagro. Jesús quiere dar un pan espiritual, la Palabra de Dios, su propia persona, que ayudará a alcanzar a toda persona y pueblo un vida digna.
LA FELICIDAD
La felicidad radica en vivir el hoy y convertirlo en nuestro objetivo de crecimiento como persona. Tú eres una persona irrepetible, dejas una estela en el caminar de tu vida. El que camina un poco más cuando todos se han parado es quien alcanza los niveles del triunfo. Cada ser humano es una obra original, salida de los talleres de Dios. No hay dos seres humanos exactamente iguales, con las mismas cualidades, con idénticos proyectos, con parecidas ilusiones. A pesar de tus dificultades, vencerás y triunfarás en la medida en que seas capaz de entender y asimilar el hecho maravilloso de tu originalidad, de tu capacidad creadora.
DON BOSCO Y LA FORMACION DEL CARACTER
0tro medio para formar el carácter es la confesión. Se ha observado muy sabiamente que se acostumbra a confesar al fraile, olvidando al hombre. Es menester en cambio hacer objeto de acusación los defectos naturales, los sentimientos íntimos de envidia, antipatía, falso celo, hipocresía que hacen vacías y de pura fórmula hasta las más llamativas actividades exteriores, y la misma vida de piedad.

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