"CARITAS IN VERITATE" ("LA CARIDAD EN LA VERDAD")
Benedicto XVI
La caridad en la verdad es, la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de toda persona y de la humanidad entera. Por eso, en torno al principio caritas in veritate, gira toda la doctrina social de la Iglesia. Sólo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador. La caridad en la verdad "es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores" (n.6). Ya en la introducción, la encíclica alude a dos criterios fundamentales: la justicia y el bien común. La justicia es parte integrante del amor "con obras y según la verdad (1ªJn 3,18) al que exhorta el apóstol Juan (cf. n.6). Y "amar a alguien es querer su bien y obrar eficazmente por él. Junto al bien individual, hay un bien vinculado a la vida social de las personas... Se ama al prójimo tanto más eficazmente cuando más se trabaja" por el bien común. Por tanto, son dos los criterios operativos, la justicia y el bien común; gracias a este último, la caridad adquiere una dimensión social. Todo cristiano -dice la encíclica- está llamado a esta caridad, y añade: "Este es el camino institucional... de la caridad (cf. n.7).
DIOS SE ALEGRA
Se alegra Dios con los hombres pacíficos, que buscan el entendimiento y la concordia: personas que caminan con la mano abierta y la mirada limpia, y que miran en positivo, buscando y enfocando el lado bueno de las personas y los acontecimientos; buenos mediadores, capaces de abrir caminos nuevos, superando prejuicios y rencores.
Benedicto XVI
La caridad en la verdad es, la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de toda persona y de la humanidad entera. Por eso, en torno al principio caritas in veritate, gira toda la doctrina social de la Iglesia. Sólo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador. La caridad en la verdad "es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores" (n.6). Ya en la introducción, la encíclica alude a dos criterios fundamentales: la justicia y el bien común. La justicia es parte integrante del amor "con obras y según la verdad (1ªJn 3,18) al que exhorta el apóstol Juan (cf. n.6). Y "amar a alguien es querer su bien y obrar eficazmente por él. Junto al bien individual, hay un bien vinculado a la vida social de las personas... Se ama al prójimo tanto más eficazmente cuando más se trabaja" por el bien común. Por tanto, son dos los criterios operativos, la justicia y el bien común; gracias a este último, la caridad adquiere una dimensión social. Todo cristiano -dice la encíclica- está llamado a esta caridad, y añade: "Este es el camino institucional... de la caridad (cf. n.7).
DIOS SE ALEGRA
Se alegra Dios con los hombres pacíficos, que buscan el entendimiento y la concordia: personas que caminan con la mano abierta y la mirada limpia, y que miran en positivo, buscando y enfocando el lado bueno de las personas y los acontecimientos; buenos mediadores, capaces de abrir caminos nuevos, superando prejuicios y rencores.
BASTA UNA FLOR
Una simple mirada, un pequeño y afectuoso gesto de acogida ¡son capaces de conquistar, de robar el corazón! Innumerables son los idiomas y dialectos hablados en este mundo actual. Muchos entienden y hablan diversas lenguas. Pocos, poquísimos, no obstante, comprenden el lenguaje del amor, el idioma del corazón. Miles son las maneras de decir:”te amo”, pero sólo un de ellas convence: aquella estampada en tu mirada. Los ojos no engañan, ni saben mentir. El simple lenguaje del amor no depende de las personas. ¡Basta una sonrisa! ¡Basta un gesto de ternura! ¡Basta una flor! ¡Un corazón esculpido en tu rostro!
Una simple mirada, un pequeño y afectuoso gesto de acogida ¡son capaces de conquistar, de robar el corazón! Innumerables son los idiomas y dialectos hablados en este mundo actual. Muchos entienden y hablan diversas lenguas. Pocos, poquísimos, no obstante, comprenden el lenguaje del amor, el idioma del corazón. Miles son las maneras de decir:”te amo”, pero sólo un de ellas convence: aquella estampada en tu mirada. Los ojos no engañan, ni saben mentir. El simple lenguaje del amor no depende de las personas. ¡Basta una sonrisa! ¡Basta un gesto de ternura! ¡Basta una flor! ¡Un corazón esculpido en tu rostro!
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