SABER DAR LAS GRACIAS
Lucas 17, 11-19
§ Las lecturas que la liturgia nos propone hoy sugieren de inmediato el tema de la gratitud. Sin embargo, nos invitan a algo más que a una pura actitud de agradecimiento obligatorio. El Señor no invita a redescubrir que Él y sólo Él es nuestro Dios. Él obra maravillas y nos hace pasar continuamente de la lepra del pecado a la vida nueva, pero nos lo recuerda sirviéndose de extranjeros que pasan por el camino de la humildad para llegar a una fe liberada de todo orgullo y capaz de mostrarse agradecida.
§ Vivimos en una época en la que reina un gran relativismo religioso, en el que, en nombre de una tolerancia mal entendida, se hace fácil para todos pensar -por dentro- que nuestro Dios no es, después de todo, tan único. Sin embargo, Dios quiere que reafirmemos con todas las fibras de nuestro corazón nuestra profesión de fe en Él. Pablo nos invita a "acordarnos" de Jesús, muerto y resucitado por nosotros. No hay otro mediador entre Dios y los hombres.
§ ¿Cómo tiene lugar, sin embargo, este agradecimiento? El modo serio de reconocer el señorío de Cristo es expulsar de nuestro corazón todo ídolo, el primero y el más funesto de los cuales es nuestro propio yo. Que el Señor nos haga capaces de convertir nuestra existencia en una pura y lenta eucaristía, en una perenne acción de gracias.
Lucas 17, 11-19
§ Las lecturas que la liturgia nos propone hoy sugieren de inmediato el tema de la gratitud. Sin embargo, nos invitan a algo más que a una pura actitud de agradecimiento obligatorio. El Señor no invita a redescubrir que Él y sólo Él es nuestro Dios. Él obra maravillas y nos hace pasar continuamente de la lepra del pecado a la vida nueva, pero nos lo recuerda sirviéndose de extranjeros que pasan por el camino de la humildad para llegar a una fe liberada de todo orgullo y capaz de mostrarse agradecida.
§ Vivimos en una época en la que reina un gran relativismo religioso, en el que, en nombre de una tolerancia mal entendida, se hace fácil para todos pensar -por dentro- que nuestro Dios no es, después de todo, tan único. Sin embargo, Dios quiere que reafirmemos con todas las fibras de nuestro corazón nuestra profesión de fe en Él. Pablo nos invita a "acordarnos" de Jesús, muerto y resucitado por nosotros. No hay otro mediador entre Dios y los hombres.
§ ¿Cómo tiene lugar, sin embargo, este agradecimiento? El modo serio de reconocer el señorío de Cristo es expulsar de nuestro corazón todo ídolo, el primero y el más funesto de los cuales es nuestro propio yo. Que el Señor nos haga capaces de convertir nuestra existencia en una pura y lenta eucaristía, en una perenne acción de gracias.
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