Lima, 23-09-2012 / Año 108 - Nº 5633

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Pareciera que todos quisiéramos ser los primeros: en prestigio, en reconocimiento, en ser servidos. Jesús no nos llama a rechazar cargos de responsabilidad. Más aún: todos, por modesta que sea nuestra vida, figuramos de alguna manera: en nuestra familia, en el trabajo, en el barrio, en la parroquia. Jesús nos recuerda nuestra vocación común: servir, siendo el último, pasando inadvertido no buscando reconocimiento. ¡Qué lejos estamos de los criterios Evangélicos!
PRIMERA LECTURA: Sb 2, 12.17-20.
Se nos expone el drama del hombre justo frente a un mundo que no percibe el significado de la vida y de la eternidad, y por ello, no reconoce aun Dios tan cerca de él.
"Los malvados dijeron entre sí: «Tendamos una trampa al justo, veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si el justo es hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a humillación y tortura, para comprobar su resistencia y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte humillante, pues, según dice, Dios lo protegerá»".
SEGUNDA LECTURA: St 3, 16- 4, 3.
Él sigue examinando nuestra conciencia desde el amor y la sabiduría. Nos exhorta a purificar nuestro corazón y nuestra vida. Sólo así caminaremos en paz y con Dios.
"Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y de constantes buenas obras. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las peleas entre ustedes? ¿No es precisamente de esas pasiones que luchan en su interior? Ustedes ambicionan, y no obtienen, matan y sienten envidia; pero no pueden conseguir nada y entonces combaten y hacen la guerra. No obtienen lo que quieren porque no se lo piden a Dios; y si se lo piden, no lo reciben, porque lo piden mal, pues lo quieren para derrocharlo en sus placeres"
LECTIO DIVINA: Mc 9, 30-37.
El Evangelio nos hace participar del drama humano que no toma en cuenta el gran amor de Cristo por la humanidad, en cuanto el mundo sólo busca el poder en su egoísmo.
"En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutían por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado»".
PREGUNTAS:
¿ENTENDISTE EL MENSAJE? RESÚMELO.
¿CÓMO LO EXPONDRÍAS A LOS DEMÁS?
Ecl 4, 14: "Servirle a ella es servir a Dios santo; el Señor ama a los que la aman"

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