Lima, 23-12-2012 / Año 108 - Nº 5646


NATIVIDAD EL SEÑOR
MARTES 25
No hay Navidad cristiana sin Jesús. No habrá Navidad si no avivamos el fuego de la caridad con el prójimo necesitado, con el que Cristo se identifica. Empecemos por casa, perdonándose los esposos, los hermanos, los familiares, los amigos, los vecinos, etc.
PRIMERA LECTURA: Is 52, 7-10
Se nos sumerge en la experiencia de fe de un pueblo que recibe al Mesías que viene, que lo fortalece en su identidad y en su destino. Por ello, lo anunciamos al mundo.
"¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tú Dios es rey»! Escucha: «Tus centinelas alzan la voz, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Estallen en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor manifiesta su poder a la vista de todas las naciones, y toda la tierra contemplará la victoria de nuestro Dios»".
SEGUNDA LECTURA: Hb 1, 1-6
Dios nos habla a través de los tiempos valiéndose de los profetas, pero al llegar Jesús se comunica a través de su Hijo, su perfecta semejanza.
"En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por medio de los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por medio de su Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual hizo el universo. Él es resplandor de la gloria del Padre e imagen perfecta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; y ha venido a ser tanto mayor que los ángeles, cuanto más excelente es el título que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado", o, "Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo?" Y, en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios»".
EVANGELIO: Jn 1, 1-18
Juan inicia su Evangelio indicando el nacimiento de Jesús como la presencia de Dios entre los hombres. Esta presencia es incomparablemente real y tangible a través suyo.
"En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de todo lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo de la luz para que por él todos creyeran. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria, gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mi es superior a mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer".
 
No desayuné, pensando en ti. No almorcé, pensando en ti.
No cené pensando en ti; y NO DORMÍ...
¡PORQUE... ME MORÍA DE HAMBREEEE!
Ja, ja, ja...

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